
Argentina, ¡ qué malo que viniste otra vez recesión !
¿ De España al cielo económico ? .. Y en Argentina, de momento no es así, probablemente porque el “peso” del infierno es un gran retroceso a las cuevas cerradas que ocultan la verdadera fisonomía de unos pueblos tan parecidos y tan distintos, uno gracias al euro y otro a un conjunto de desaciertos que campan por una “pampa” desorganizada y un “buenos aires” querido, demasiado.. “boludo”, pomposo en lo gubernamental y en exceso muy ventoso..
Cuando aparecen noticias como la de Madrid (España) que crea una moneda local para impulsar el pequeño comercio, nos hace recordar que algunos economistas asesores de instituciones públicas todavía no han terminado sus estudios en la facultad, creyendo muchos de ellos, ya en la línea profesional de dudoso comportamiento, aunque más filósofos que otra cosa, que el economista de verdad no olvida que debe estudiar, profundizar y analizar tanto las causas como las consecuencias que han contribuido a adoptar medidas sobre la teoría y práctica del costo y el beneficio, despreciando los anuncios de las ideas que sin ser calculadas, experimentadas y contrastadas por el grado de utilidad de las mismas deben consensuarse cuando llevarlas a cabo gratuita y graciosamente significa jugar con los recursos de los contribuyentes, que de convertirse en errores llamarán a incrementarse con más impuestos sin buscar responsables, quedando finalmente en los anales de la memoria como un objetivo inconcluso e insustancial por la poca eficacia a las que estaban predestinadas, que solo han servido para dar lustre a algunos comentarios de qué algo justificadamente se ha hecho para dinamizar el mercado interno. Esas andanzas únicamente se permiten en países en los que existe una unión de garantía recíproca, que como es la Unión Europea penaliza las veleidades y desprestigia a sus autores, e incluso no acepta los presupuestos anuales de sus socios comunitarios conminándoles a la austeridad y los recortes. Eso no puede suceder a países como los integrados en la complejidad del Mercosur, en el que dos de sus miembros como Brasil y Argentina pertenezcan a la vez al prestigioso G-20, y que bajo ningún aspecto elaboran medidas de protección para secundar entre si los accidentes de tesorería que puedan tener sus miembros.
Para llegar a la presunción de un éxito por adoptar medidas innovadoras que no llegan a significar nada, centradas en dar pábulo a los consistorios y otras carteras ministeriales al uso de los dineros que corren, nos quedaríamos, si se trata de respaldar un aspecto negativo de la economía, con la actitud obligada de la permuta de bienes, servicios, productos y cosas como una receta médica de urgente necesidad que se está aplicando de sobremanera en una Argentina devaluada, sumida en la alta depreciación de su moneda, que poco juego da y “pesa” para airearla en un ambiente sereno, confiando en la recuperación de su valor frente al dólar.
Si en el país del tango, los “pibes” y los gauchos, la guita tiene escasez en un “kilombo” depauperado, como ya ocurrió en la grave crisis económica aparecida en el 2001, la Argentina de Perón, Gardel, Favio, Messi, Maradona y un extenso número de famosos, va “caminito” de una inflación de penitencia extrema que arrastrará, si sigue así, a una comparación, aunque menos salvaje y precaria, a la de una Venezuela que con recursos propios pero inciertos en su comercialización y nefasta distribución, se estrella todas las mañanas para no encontrar un mendrugo de pan en las calles por la falta de trabajo e interés político para solucionar el caos de una sociedad hundida para el beneficio de unos pocos privilegiado, en el régimen de un “Maduro” chavista que anda en la actualidad bajo el dizfraz de demócrata bolivariano
En Argentina la causa principal ha sido la caída al vacío abismal de una bolsa de trabajo, un sindicalismo que ha jugado a dos bandas, la propia protección de sus dirigentes por mantenerse ilesos en sus privilegios, reivindicando lo inalcanzable y en muchos casos con signos de egoísmo y perversión, intentando atornillar al empresario hasta la extenuación pensando que las cuentas de resultados son sencillamente estables por mantener, en ocasiones con muchos sacrificios, unas plantillas de rudos trabajadores que cuesta mucho reducirlas aún cuando los pedidos no llegan, consiguiendo toda vez un efecto contrario, el cierre de industrias y la salida del capital hacía otros mundos más aliviados por la presión de una inflación que cabalga y no sería de extrañar que superase el 40% antes de terminar el año 2018, lo que ha hecho que determinados productos básicos de alimentación hayan duplicado sus precios en los últimos nueve meses.
Argentina, ya conoce la olla podrida en la que llenar con todo lo que se pueda comer para saciar un estómago con hambre y desespero de volver a llenarla al día siguiente, apareciendo como moneda, que no se tiene ni en pintura, el cambio, permuta o trueque como un medio de supervivencia a los avatares de una crisis que va en aumento, y que en 2001 como año de referencia a lo nunca vivido, el paro argentino llegó al 22%, mientras que ahora cerca del 10% es suficiente para intranquilizarse y con una escalada de progreso alarmante con una población muy endeudada, que está creando un índice de pobreza que llegará pronto a rebasar el 30%. (12 millones de personas) en un país de casi 44 millones de habitantes, a los que habría de señalar como más de 5 millones de indigentes que se las ven y se las desean para adquirir alimento para
llevarse a la boca a diario, máxime cuando las ayudas estatales son insuficientes, poniendo en el punto de mira la gestión de un Mauricio Macri, ingeniero civil y político, empresario y mecenas deportivo, presidente de una nación demacrada, pálida y dolida por el frenazo desmoralizador cuando el candidato que llegó al poder el 10 de diciembre de 2015, con la prioridad electoral de impedir que las estadísticas anteriormente citadas nunca tuviesen una relevancia que no fuese a la baja hasta llegar a la nula existencia del mayúsculo problema que ha cosechado, incrementado dudas externas de recuperación, debido a la indiferencia por no aliviar los puntos débiles que la industrialización exigía que han consolidado la contemplación de un sistema de pago poco respetado, en permanente desconfianza y desorientación, amenazada por una inflación difícil de controlar, pese a que existen nuevos proyectos como el del próximo año 2019 que se propone triplicar las ventas en el sector aeronáutico militar dirigido también al sector privado, por poner
un ejemplo, gracias al tesón de FADEA una compañía especializada que con cerca de 900 trabajadores (anteriormente eran 1600) entregarán los nuevos aviones Pampa III al mando aéreo argentino, operación que como cualquier desaliñado en economía diría, eso no hace más que agravar la deuda interna, que aunque ocasionalmente promocional y supuestamente necesaria, no es así precisamente para el secreto de nuestros ojos, no haciendo más que añadir en principio una desventaja competitiva por el desgaste de recursos propios. Pero, allá cada cuál con sus argumentos, como los que apostillamos al principio de está crónica sobre determinadas actuaciones políticas, con un brindis al sol que suelen terminar con la copa hecha añicos en el suelo fertíl y rico en imaginación de quienes lo pisan para salir adelante como sea.
El “corralito” argentino nuevamente ha surgido de las entrañas de una tierra legendaria, dominada por una élite sectaria que poco apoya a sus compatriotas y se achica, lavando el dinero acumulado en dólares y haciendo las maletas con la urgencia que pide el diablo cuando no hay arreglo ni visos de atajar una corrupción perenne e impenitente, permitiendo que en Argentina no mande nadie y mucho menos algún valiente que imite la saga romántica de Martín Fierro con el pueblo llano, finalizando el capítulo del desarraigo sobre el desastre argentino con un deseo muy significativo del papa Francisco, parafraseando un poema publicado en el libro que hace referencia al gaucho humanista y rebelde, inmortalizado en 1872 por el escritor José Hernández al escribir El Gaucho Martín Fierro y en 1879 La vuelta de Martín Fierro, que bien podría servir de comprendida inspiración para empezar a construir lo que por el valor de la moneda se desmorona tanto lesiva como moralmente, pero no así el deseo de restablecer una enmienda para salir de un atolladero complicado y no exento de recuperar la ilusión como un elemento necesario y hoy “distorsionador”, que agudiza el detrimento social sísmico que embarga a la sociedad argentina, acosada por la deuda y el escaso interés inversor de unos mercados cercanos pero a la vez distantes, quizás por un carácter de sus gentes que muchas veces creen que con solo hablar se arregla todo, o por la simple envidia de sus vecinos que no entienden que sepan disfrutar más de la vida, poniéndole una sonrisa cuando se llega tarde a un compromiso vital en una economía que no entiende que hay que llegar a tiempo, pues como diría el refrán, a quien madruga.. dios le ayuda.
“ Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera “
Habría que hallar un silogismo paralelo al razonamiento para encontrar solución a los problemas por los que transcurre la enfermedad argentina con respecto a sus cuentas, que nunca serán las de El Gran Capitán, empezando por subir las huellas de una escalera muy ascendente, compuesta de tres peldaños que son su gran superficie: 2.780.400 km2, España tiene una densidad de 505.370 km2 y tres millones más de habitantes, es decir, menos 5 veces el territorio, lo que le supone una premisa mayor de desarrollo en cuanto a su potencial en agricultura ( también áreas de bio-energética y transgénica) y ganadería que no se explica como ha reducido su desenvoltura en todos los mercados, si no es debido a su falta de integral dedicación, llevándonos a otra premisa menor, la importación de maquinaria, productos, bienes de equipo, etc. cuando la producción propia reclama una industria saneada, productiva, útil, práctica y financieramente costeada por una banca seria y relajada, transparente y una hacienda en la que contribuyan todos y jamás en proporciones similares que fundamentalmente crean desigualdades para finalmente arribar a una conclusión que relaciona a las otras : la falta de confianza en si mismos por esperar que otros hagan el trabajo de los demás y así de forma viceversa.
Nada más : se trata de una visión que realista o equivocada nos conduce a una aseveración del célebre escritor argentino Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo : “ De mi debilidad, obtuve una fuerza que nunca me abandonó “.
Para dar una muestra irónica de la personalidad de los argentinos de hoy con respecto a un español de siempre, que parece pertenecer a una sociedad de intachable conducta, que muy probablemente no actuaría como un ejemplo de honestidad en la vida real, les recomendamos pasar un buen rato divertido visionando el film de Gastón Duprat, con la interpretación magistral de Guillermo Francella y Luis Brandoni.
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