
El arte dominicano tiene sobrenombre de un dios egipcio muy conocido: Osiris
Hay hombres dentro del mundo del arte que al entablar conversación sobre cómo hay que vislumbrar uno de los sectores más penalizados por la reducción paulatina de las ayudas al arte y la cultura especialmente en su querida isla, siguen derrochando imaginación a raudales a pesar de las quejas por lo que considera irrmediable. Así es Victor Rodríguez, “Osiris” como es conocido, intentando convencer a los interlocutores de que ello se debe con seguridad a la propia inercia del que plasma formas variopintas y su inmovilización a la vez como artístas que han dejado de ser portadores de un interés por la vanguardía actual y su participación creativa sin olvidar el conocimiento previo, dedicándose en exclusiva a lo más fácil, refiriéndonos a lo comercial como si se tratase de un cuadro sin matices, al igual que dejar transcurrir sin pena ni gloria los nuevos conceptos que deben aplicarse para que no caiga en saco roto el resultado de un esfuerzo personal y escasamente gratificante.
Victor Rodíguez, “Osiris” para quiénes le conocen profesionalmente es uno de esos artístas agridulces en sus autocríticas y muy simpático de carácter agíl y desbordante, que en calidad de experimentado obrero artístico en múltiples facetas y disciplinas absorbidas a su alcance, siguen obligadas a dignificar contenidos asociados a los ambientes populares, siempre enfocados y tratados por una generación versada en las técnicas de los pinceles más sofisticados en las artes plásticas.
Osiris, es un ferviente dinamizador de una nueva corriente que caracterizan su cuidadoso y reservado trabajo. Osiris conoce perfectamente bien las virtudes y defectos de la producción artística de su entorno más cercano, aplaudiéndola sin reservas, comentarios siempre exentos o determinantes de paliativos y durezas insalvables, que los sigue habitualmente y observa desde una atalaya segura e inexpugnable, analizando destellos si los hubiere para emitir francas opiniones, que las apoya para que nada quede en el pozo vacío del olvido, que impediría sacar al mundo un arte desconocido que ha quedado supeditado al objetivo tristemente mediocre, de aquellos que no ofrecen valor alguno a la tentativa de respaldar una labor de méritos ocultos que muestra siempre un rostro amable al fracaso, si con ello se consigue admirar un lienzo con la confianza y el orgullo de poseer una obra de arte única.
Osiris, alaba y pone en práctica los consejos de su mentor Cuquito Peña, conocido maestro de las universidades locales dominicanas en una asignatura exigente de artes plásticas, toda vez que se menciona su postulado realizando estudios en la Escuela de Bellas Artes de Santiago de los Caballeros, dirigida por el no menos sobresaliente Yoryo Morel, sin contar su periplo por la nueva visión de una Europa que no está indemne a los cambios.
Osiris no se sonroja al coincidir con la necesidad de la evolución constante que proclama honestamente Cuquito Peña, que induce a pensar qué.. o dominas hoy varias propuestas de rasgos arriesgados personalizados ó puedes verte sometido a ser uno más dentro de un panorama diversificado que no espera nada de ti, salvo la obra que te encumbre y respete por mucho tiempo si suerte se cosecha para pasar a la historia, máxime cuando ha sido focalizada en lo abstracto, en el surrealismo y el impresionismo sin drámaticos efectos de un pasado muy cercano, lo que ha hecho a Osiris merecedor de brillantes elogios, toda vez que para subsistir en el arte que él defiende ha tenido que desarrollarse en el pintado de murales para instituciones patrias, tanto del ejército de tierra, marina y aire, en grafismos multicolores y neutros mosaicos, en compañía de otro abigarrado y querido serpertín de las oportunidades pictoricas, como es el insigne y renombrado Ezequiel Pilsado, conocedor de muchas complejas adaptaciones en el uso de pinturas, empleando como materia prima condensada muchas mezclas que guarda como un tesoro en su intacta memoria de artista.
Victor Rodríguez, Osiris es una nueva revelación del arte especializado en visiones dantescas o naturales con un toque de distinción que no pasa desapercibido, que van desde una marina comprometida con un paisaje, al “grabado” con soltura cromática decorada de un plato de cerámica. El 21 de Octubre Osiris nace ahora que está próximo a la cuarentena en la Zona Colonial de Santo Domingo, República Dominicana, trabajando en diversas opciones laborales que nada tienen que ver con su afición al arte, hasta que llega la ocasión de interesarse tras su paso por el emocionante empleo de manejar máquinas para determinar exactamente la medición y comportamiento de las tintas y pinturas para consolidar tintes, texturas y colores para acabados y otros especializados dedicados a las tan temidas restauraciones de los artistas para conseguir materiales que imiten a los de antaño en básilicas, museos, iglesias y catedrales. Sapiencia que le confiere una cualidad innegable cuando Osiris emplea su propio nombre y firma como el clásico dios egipcio del que lleva su nombre, sobre su inquietud por la resurección del arte en todas sus componendas, símbolo de la fertilidad creativa y regeneración de un río que da de beber a los que desean saciar su sed de obras bien acogidas en el seno de una galería de arte, vía indiscutible que cobijan la trayectoria de personas con una “sensibilidad”, quizás muy distinta a la de aquellos que no se “entretienen” en considerarla ni siquiera de lejos.
Osiris es miembro fundador del Grupo Parque Colón
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