De la bomba de ricino alemana a las emboscadas programadas

Una historia de policías, pseudo terroristas, inmigrantes y ladrones

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De vez en cuando las “mentes pensantes” que asesoran a Gobiernos y coordinan con otros departamentos, entre otros los correspondientes de la policía judicial, se les ocurre la genialidad de crear noticias artificiales, alarmantes e inconexas relacionadas con el terrorismo con un fin disuasor, tal nos cabe suponer ha sucedido supuestamente con el tunecino Sief Allah en la ciudad de Colonia (Alemania), logrando detenerle y abortar un atentado con bomba biológica de ricino, un veneno potente y expansivo.

Los servicios de inteligencia alemanes, al igual que sus homólogos del resto de la Unión Europea, son expertos y concienzudos en su trabajo, aunque en ocasiones y por justificar un merecido estudio de escenarios imprevistos, decidan adelantarse para “pescar con trampa bien urdida” a aquellos con cebo “humano”, que por sus movimientos sospechosos todavía no han dado un paso hacía adelante para obtener la calificación de terroristas, haciendo del dicho más vale prevenir que curar, un motivo para evitar daños mayores, aunque en este caso la cédula queda reducida a de un lobo solitario y manso al descubierto, al tratarse de un aficionado que utilizó Internet y con mucha curiosidad para tratar de averiguar como se fabricaba un arma y un ataque con productos químicos que pueden adquirirse con relativa facilidad. Por lo tanto recomendamos a nuestros lectores saciar su curiosidad con el Documento Nacional de Identidad y el certificado de penales a mano o en la boca, no vaya a ocurrir que después de reventarles la puerta blindada de su hogar, ni siquiera le pregunten por nada más.

En definitiva un magrebí curioso más que ha dado con sus huesos a un cuarto de interrogatorios de donde se sale habiendo vomitando mucho más de lo que su imaginación pudiera dar, lo que obliga a trazar planes de seguimiento triangulares que no dejan de convertirse en una tupida red de la que difícilmente se pueden escapar quienes hayan tenido la tentación de cruzar mensajes con el detenido o en su defecto buscar información en Internet al objeto de iniciar los preparativos para causar daño a una población que ya ha visto en diferentes ocasiones como su tranquilidad ha sido alterada por atentados de quienes obtuvieron residencia y trabajo, en una Alemania que ya mira con recelo una inmigración que cada vez más exige ayudas al instante para los que ya no son inmigrantes en busca de progreso, sino más bien con la condición de refugiados y otros indocumentados de hecho, que son precisamente, rara casualidad, los que deambulan “subvencionados” por algunos países árabes para que en los suyos no les causen problemas ni protestas, que si practican ellos sin recelo por el espacio Schengen, un área de 4.312 millones de km2, que comprende a 26 países europeos que han abolido los controles de fronteras que hace una semana (14 de Junio 1985), cumplió 33 años de existencia.

En el caso de España a buen seguro tengan que se practican hechos convenidos y simulados al anteriormente referido, por parte de las fuerzas de intervención de uno de los servicios de información más acreditados del mundo, nos referimos a los de la Guardia Civil, que secundados por el trabajo de campo de los mismos adscritos al CNI, optan por provocar una explosión mediática de caza y captura de personajes que después desaparecen de la lista de espera de los abogados de oficio, difuminándose el “tapado/a” y la noticia, de la misma forma que apareció en los medios de comunicación social, es decir a los veinticinco segundos de irrumpir en los canales de televisión, a fin de provocar la espantada de un número indeterminado de “inservibles y serviles” que en un momento puntual podrían ser arrastrados por quienes subliminalmente intentan afiliarles a una “idea santa”, que muchas veces, la mayoría, tiene que ver con los clanes de la droga que los utilizan como moneda de cambio para distraer la atención, especialmente en Ceuta y Melilla, y algunos barrios de Madrid y Barcelona, populosos y caracterizados por una inmigración que no se siente atemorizada por los actos que cometen, ya que para ellos pasarse unos meses en una celda en un “balneario-cárcel” es dormir a techo cubierto, comer todos los días y trabajar unas horas para acumular salarios y poder disfrutar un día de un carné de paro, de esos que de vez en cuando tiene un español desempleado.


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