
Entre Danilo Medina y Jovenel Moïse está la solución para evitar que la sangre no llegue al río en una isla partida en dos.
Y cuanto antes tomen decisiones sin esperar otras intervenciones mucho mejor para una pacificación en las negociaciones, eliminando el riesgo de un conflicto de consecuencias imprevisibles, de las que sólo éstos mandatarios serán sus únicos responsables.
376 km de frontera de línea longitudinal poco serpenteada separan los 48.442 km2 de República Dominicana de los 27.750 km2 de la República de Haití, sumando entre ambos 76.192 km.2.
El país dominicano tiene un censo (2017) de población de 10.766.998 habitantes (222,27 hab/km2), mientras que el haitiano llega a superar los 11.000.000 habitantes (396 hab/km2)., lo que significaría en caso de fusión de la isla caribeña que incluyendo los últimos flujos del éxodo venezolano y otros, en definitiva a todos aquellos países que han visto en Dominicana un nuevo “Dorado”, sumando los residentes de varios países europeos, asiáticos y gringos, además de una población autóctona que jamás ha votado, por lo que carecen de cédula de identificación, estaríamos rondando los 22.600.000 ciudadanos, consumidores y trabajadores que bien pudieran transformar una política agrícola de envergadura, además de la especialización en los servicios turísticos, ya que la construcción de nuevos resorts, hoteles y residenciales sin duda ha tocado fondo y techo, sin contar el exceso de centros comerciales, algunos ya en franca decadencia, que ya empiezan a notar que son demasiados en áreas tan proximas, y que el consumo no es para todos por igual, mucho menos para una clase de ingresos modestos, lo que hace preveer una burbuja inmobiliaria mucho peor por la extensión que la que padeció España.
Se hace imprescindible crear un gabinete de sutura ante lo que se viene encima, y entendemos que el actual Presidente Danilo Medina y un equipo que debe amoldarse a la tenacidad del dirigente, del que estamos seguros hace más de lo admisible a pesar de las campañas de descrédito que sufre desde su propio partido, es el único capaz de desarrollar con imaginación y realidad no relajada bajo un abánico de intenciones, un proyecto más acorde con algún tipo de subcontratada industrialización, y la actualización y perfeccionamiento que requiere una juventud dispuesta a secundarle , incluso por cuenta de terceros inversores, para impedir que se derrumbe lo conseguido hasta el momento.
295 habitantes x km2, dando por hecho la fusión, es impensable para fortalecer un ritmo de oportunidades y crecimiento de una sociedad con carencias notables, mucho más acusadas en la parte haitiana en donde el fenómeno del hambre se deja ver en nichos de pobreza lamentables, concretamente en poblados cercanos a instalaciones turísticas de primer orden dominadas por españoles principalmente que se ponen gafas de sol demasiado oscuras para no reconocer sus errores, por citar dos ejemplos “Mata Mosquitos” y “El Hoyo de Friusa”, de los que dichos empresarios de personal se nutren con evidentes signos de semi esclavitud, por “donarles a modo de donativo misericordioso” una escasa paga por lo mucho que hacen, y por un acuerdo tácito, también hay que decirlo, de no intervención de las autoridades locales en las inspecciones laborales y otras ayudas de formación profesional, que no dejan llegar determinados funcionarios que no observan demasiado control en sus actos reprochables.
Está claro y nadie hasta ahora nos ha llevado la contraria, que para evitar calamidades y verter venganzas por levantamientos siempre impopulares de insumisos a tiempo parcial, no es prudente que el gobierno dominicano como medida disuasoria esté aumentando las deportaciones de extranjeros a sus zonas de origen, debido a que nuevamente vuelven los afectados hirviéndoles la sangre, que sin codicia pretenden un trabajo por nimio que sea, lo suficiente para llevar algo de leche y pan a su numerosa prole, algo en lo que tampoco han profundizado mucho algunas organizaciones que en teoría se dedican a paliar carencias elementales, pues de facto se han hecho experimentos para que las parturientas haitianas que lo hacen en la parte dominicana, que es lo usual, las esterilizan con su consentimiento para evitar más crios en un mundo en el que en teoría ya no cabe ni un alfiler.
Ya es conocida la idea de qué Canadá, Francia y EEUU requieren fusionar la isla antillana menor cuanto antes al objeto de invertir en zonas turísticas haitianas, recoger los frutos, aunque sean los intereses de los préstamos suscritos por los galos a su ex-colonia y obtener más cupos de deportación para los “yanquis” a tenor de una cada vez más numerosa población penitenciaria, procedentes de ambos núcleos caribeños que absorben unos presupuestos elevados y muy mala prensa en las calles estadounidenses, toda vez que consiguirían un punto de observación e influencia en la zona, que ahora está algo más ciega que antes por la problemática venezolana.
En zonas como Punta Cana que se expande desde Bávaro hasta Huvero Alto, además del norte más tránquilo, y en realidad todo el litoral costero desde Santo Domingo, la construcción se ha hecho fuerte e impera un amasijo de cemento que afea el medio ambiente y su frontal de playas, hasta el punto que ya no queda margen para tanto inmueble previsto. La inversión es un hecho, el efecto llamada ha triunfado pero las consecuencias a medio plazo serán irreparables, en tanto que el clima tampoco ayuda y el despertar de otros países en materia turística han hecho que se mermen muchas espectativas y posibilidades atractivas para una bella isla que crece al remolque inusitado y excesivo de la arquitectura urbana.
Hace 15 años y con un progresivo aumento moderado de la oferta se podría decir que República Dominicana se había convertido en un punto de atracción más allá de las morenas, el sol, el ron y la bachata, pero ahora no existen planes de remodelación ni de infraestructuras, salvo mantener los accesos de los aeropuertos en condiciones y con una mejor señalítica, mientras que una gran parte de la propiedad antigua y reciente está en venta, viendo locales cerrados con alquileres en dólares muy altos, que bajarán seguro al mismo ritmo que lo hagan los de renta fija amueblada. En definitiva negocios que se clausuran y otros muchos que dependiendo de la construcción en el entorno, que un día parará por defecto, se irán al garete. Con una triste visión de ruina.
Los más avispados, especialmente los españoles, con años en la isla saben perfectamente que todo éste enjambre desproporcionado que va en aumento y que pretende impresionar a un primer visitante haciéndole ver un paraíso, ya no es tan cierto ni rentable como al principio, máxime cuando los precios en general han subido y los servicios básicos no tienen un garantía dinámica para mucho fiarse de lo que se recibe por una factura más alta a la necesidad en las comunicaciones e importarlo todo de fuera, por lo que la alimentación y las bebidas principalmente se castigan con las escandalosas tarifas prohibitivas para el consumo diario.
¿ Qué pasará en República Dominicana cuando se anuncie la fusión de puertas abiertas para Haití, o nadie se atreva a hacerlo ?. El caos, simplemente el horror y el padecimiento de muchas personas que podrán verse acosadas, marginadas y olvidadas por la comunidad internacional. No será a causa de un terremoto, será por la simple falta de diálogo de unos dirigentes que en teoría mandan, hablan y hacen poco para darle un vuelco al problema, a una sociedad que vive a expensas del pillaje encubierto, la mendicidad, la drogodependencia que mata o el simple hecho de dormir excesivamente para que la vida pase más rápida, sin menospreciar a los auténticos heróes que han conseguido un trabajo poco seguro y alternativo, en el que muchos quedan atrapados y escondidos por mafias, mientras otros se ven arrastrados a una locura por no poder mantener a sus familias.
¿ Qué pasara si se produce la fusión y Haití recibe una bocanada de aire fresco que le haga resurgir de sus propias cenizas entre las que se debate hoy ?. Francamente no lo sé. Son demasiados millones de personas en un corral en donde los gallos están armados y las gallinas por su ineficaz cultura y estrecho sentido de la responsabilidad se entretienen en no hacer nada, más que discutir entre ellas mismas en un salón low cost con sonido a Romeo constantemente, para ser más bellas e impedir que el esposo mire por la ventana a la vecina mientras la propia cocina, y todo ello sin dejar de parir en un acto de insensatez, que es otra cosa y muy preocupante..
La cosa pinta mal, y el renacer de un agrupado y nuevo “mau-mau” probablemente esté por llegar desde un Haití afligido que va recuperando la memoria, aquella que le hace recordar (1822-1844) que durante más de veintidos años fueron los ocupantes de suelo dominicano por una invasión monumental. Mientras tanto los políticos y aspirantes a cargos de síndicos se acompañan de guardaespaldas, de secretarias de ocasión con cabellos lacios, nada ensortijados y labios pintados de rojo, y se pasean por los drinks en busca de votos, prometiendo empleos que no habrá para todos.
Hacerle caso omiso a un problema de implementar con asepsia y como sea las necesidades básicas alimentarias de una población desnutrida, que no puede pagar un hospital y mucho menos los tratamientos, en la que muchos oficiales de policia cometen el principal motivo de despido fulminante que sería la corrupción sistemática, es seguir asociado a la impunidad del delito, al silencio y al desequilibrio que puede producir otra gran mentira de una humanidad que se va dejando destruir, convirtiéndose en zombi, con una mutación de degeneración en el marco social, especialmente el dominicano vs haitiano, en el que una generación de mediana edad bebe más cerveza y alcohol del que puede pagar, golpeándose con los vehículos con excesiva asiduidad y con el fátidico resultado de siniestro total, con muertos y mutilados que estadísticamente te pone el vello de punta, o cuando el corazón se contrae cuando frecuentemente se ven accidentes en los que los niños sin cinturon en el “carro” y pasolas y motores con más de dos y tres pasajeros son los más afectados, además de reprobar los feminicidios constantes y las violaciones a hijos/as que con 338 casos sólo en este último año, saldan un epígrafe ordinario, humillante, catastrófico en el que converge el odio, la desigualdad y el sentido de un fraternidad que nada tiene que ver con la familiar.
O se cambian las reglas del juego o los daños de una economía demasiado sencilla para analizarla en la pizarra se va al traste, algo que no afectará a determinadas autoridades que tienen casa en Miami, pero que también corren el peligro de ser extraditados si las cosas cambian por acusaciones por lesa humanidad, disparadas con manifiesto pacífico por el resurgir de hombres y mujeres con más razones que sus santos, para impedir éstos dislates en un siglo XXI en el que hombres como Danilo Medina deben quizás distraerse un día frente al mar, asomado al malecón y preguntarse en quiénes puede confiar para llevar el proyecto de la República sin oscuridad y la transparencia que demanda la población, impidiendo que los truhanes e infiltrados traidores se apoderen de los triunfos para hacerlos propios, sencillamente por el cúmulo de un exceso de asuntos sin tanta importancia que no trascienden y entretienen al mandatario, evitando darse perfecta cuenta que entre Rasputín y Catalina La Grande
hay poca diferencia y todo puede parecer igual cuando lo sacan en su coche oficial a pasear, algo que sucede con demasiada frecuencia en esta amada isla caribeña en donde crece el mango y otras frutas, pero en la que se ha secado inexorablemente la voluntad de gestionar todo lo que humanamente el sentido patrio con licencia para exponer y debatir queda para “ahorita”, retrasando mucho los motivos enfocados a hacerle un guiño con desparpajo a la oportunidad de cambiar y dar un espaldarazo al estado que merece un mejor bienestar, negando el comportamiento de un agotamiento político que “nada” hoy por hoy entre dos aguas, las de Danilo Medina que sabe que el futuro le llama para seguir sembrando, y el de Leonel Fernández que desea, malévolamente, está por comprobar, recoger una cosecha inmerecida para él y para quienes le apoyan tras unas sucias cortinas de tramoya, si tienen ocasión de hacerlo con antifaz y disfraz en cualquier lugar.
Be the first to comment