Un dictador venezolano está tardando demasiado en hacer las maletas, mientras a un éxodo inexorable le corroe la pena de una tragedia convertida en impotencia

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Nicolás Maduro Moro, dictador venezolano, tiene los días contados.. se va o termina por ahogarse entre las vomitadas de un pueblo que ya no tiene farmacopea ni paciencia para soportar su gobierno.

Al parecer hay línea directa entre el dictador venezolano Nicolás Maduro Moros y el aspirante al “trono” sin corona de España por Podemos.. que somos cada día menos, Pablo Iglesias Turrión, ex-asesor sin comprobar todavía del régimen bolivariano,  a los que presumiblemente debatirán casi a diario una idea de un socialismo adusto, envejecido por la precariedad y muy alejado del siglo XXI, con ecos de revanchismo por no terminar de “abducir” a un pueblo que no termina de creerse el discurso provechoso de qué todo lo que hacen, será para beneficio de una ciudadanía que consideran ignorante y manipulada, con un exceso de privilegios que deben corregirse con impuestos y ayudas compartidas, debiendo seguir sin preguntas, la senda iluminada que ellos con astucia, mesura y premonición les marcarán como protectores encaminados a conseguir un mundo mejor.

Sobre lo anterior, craso error, de unos y de otros, el español por olvidar que los ex-alumnos del Colegio del Pilar siguen teniendo cargos brillantes e influencia extrema en la economía internacional, en la administración pública interna y la exitosamente privada, por lo tanto admitir que tienen la sartén por el mango para que determinadas aspiraciones surrealistas se queden en un anecdotario, lo que nos conduce al experimento venezolano por creerse a pies juntillas el tal dictador Nicolás Maduro que está en posesión absoluta de una verdad impoluta, guionizada por un tal Juan Carlos Monedero Fernández, ideólogo español con un buen doctorado, profesor en varias universidades y fundador de una corriente transgresora ilusionante, que admite aconsejar sin maldad a países que necesitan crear mucha fe, esperanza y caridad, sortilegios del destino que ni tan siquiera su elevado cociente intelectual le van a dar la razón, cuando en el fondo lo único que subyace en éste razonamiento es una parte inconfesable de incidencias y los sables en alto riesgo de quebrar cabezas inocentes en Venezuela, y esperar de una España transversal una rendición incondicional, confiando de estas veladas aspiraciones que la democracia neutralice y no se vaya al garete por culpa de unos inconscientes, que día a día saborean las mieles de lo provechoso que es estar en la oposición cobrando unos sueldos y complementos que les permiten adquirir viviendas de alto copete, aspirando a seguir chupando a destajo la leche de la vaca, que es en lo que se ha convertido la pradera de una política española en la que muchos se sienten zorros cuidando las gallinas en la granja.

Nicolás Maduro Moros acaba de reafirmar una vez más que es abogado del Estado, y así se cita con falsedad manifiesta en la memoria de la gestión auditora del 2011 de la empresa Petróleos de Venezuela, cuando de todos es conocido que sus estudios básicos los refleja el Liceo José Ávalos con una graduación de bachiller sin especificar que lo fue de ciencias o letras, permitiéndole cursar posteriormente un “máster” en la escuela de formación de políticos en el mercado de futuros de la izquierda con influencia cubana, gracias a sus “méritos” de provocar allá donde fuera motines y levantamientos que Chávez por tener los flancos cubiertos de sorpresas sindicales, termina por nombrarle Vicepresidente, profesión que conoce in extremis cuando ejerce de Maduro “matón”, aunque joven de hormigón y concreto, buena apariencia física y resistente en el ejercicio de guardaespaldas del político, periodista y abogado José Vicente Rangel, un eterno candidato a la Presidencia de Venezuela.

La ambigüedad de Nicolás Maduro Moros, que recibe instrucciones e ideas a través de un pajarito cuando Chávez muere, le convierten en un megalómano pseudo intelectual que a sus 55 años crece, sin congelar su ambición desorbitada y sin constante arrepentimiento, importándole poco lo que de él puedan decir, ya que lo importante para su ego es que se hable mal o bien, pues protagonista quiere ser en todo momento sin ocultar su demagogía, y un verbo fácil que afina y reclama consideración para su “honorable y agusta figura de 1,95 metros de estatura”.

Por si no lo sabían nuestros lectores, Nicolás Maduro Moros, de madre colombiana ( a la que como tal ciudadana extranjera le quiere hacer abonar una tasa grotesca de permanencia en Venezuela ) y ascendencia paterna judía sefardí, reniega de tal origen cuando hace años, al principio de diáspora venezolana por el mundo debido a su incompetencia como jefe de gobierno de un rico país, utiliza a terceros para mediar con Israel para el suministro de armamento puntero y protección por drones para su espacio aéreo, no consiguiendo llegar a un acuerdo, por el celo avispado e invertido en un sentido de rechazo opuesto e inadmisible, entre chinos, coreanos del norte y el triunvirato de los Castro, Ortega y Morales, sin menospreciar el guiño de desaprobación con llamada al orden amigable que le hace Correa desde Ecuador, para no quedar en evidencia y ser presa de una intromisión inteligente llegada desde Oriente.

Maduro se declara firmemente cristiano, católico, apostólico y venezolano, no romano porque el “santo padre que todavía comulga a los pederastas” no se lo ha recordado, y si hace falta contentar a los hindués para lograr una votación aliada para ratificar su mandato opresor en Naciones Unidas, se considera también un admirador y seguidor de las enseñanzas del gurú Sathya Sai Baba, que como hecho curioso los dos nacieron el mismo día y mes, es decir, el 23 de Noviembre, uno de 1962 y otro en 1926. Ignoramos si Maduro es un fan de la numerología religiosa, en la que ya empezamos a etiquetarle, pues justo les separan 30 años entre el presidente cuestionado y el gurú, precisando ese tiempo coincidente con sus aspiraciones políticas al adherirse al golpe de estado de Hugo Chávez en 1992.

Debemos esperar que el disparate y el detrimento que está sufriendo la economía venezolana y la triste consecuencia de un éxodo irreparable, no llegue nunca a una España destartalada, inmersa en una política banal, superficial y poco considerada con las aspiraciones de integrarse plenamente a una Unión Europea que al parecer también hace aguas, en la que la izquierda llamada progresista le puede dar un tiro de gracia.

Es posible que Nicolás Maduro y Pablo Iglesias piensen ambos de igual manera. Todo es factible en la viña del señor de los anillos. La gran diferencia entre ambos “elementos” de persuasión acelerada es que el venezolano miente como un bellaco cada vez que tiene ocasión, incluso en su hoja de ruta, servicios y doctorado como letrado colegiado, mientras que el español es un politólogo y profesor universitario de reconocido prestigio, que causa vértigo cada vez que se levanta en el hemiciclo a soltar sus reivindicaciones, bravatas y parrafadas no exentas muchas de razón, o envía a los mensajeros del miedo a las comisiones permanentes para atemorizar a aquellos que durante años se han creído que el Parlamento era una especie de club en el que negociar trapicheos y ocultar corruptos en decadencia. Por lo menos, en el caso español, hay quien no puede estar de acuerdo con el ideario político de Podemos, pero han resultado útiles para desenmascarar a truhanes, mientras que el buitre venezolano se sigue rodeando a marchas forzadas de un conglomerado popular mediatizado que impedirá que le corten las alas, protegiéndole el mismo día que alce el vuelo para una España que lo recibirá, no con los brazos abiertos sino con insatisfacción más generalizada de lo que se pudiera pensar. Por lo tanto Venezuela : “muerto o recluído el pájaro carroñero, aunque sea en una jaula de diamantes o grillos que le canten por la mañana, se terminó la rabia”.

Nicolás Maduro Moros, no le debe caber duda ya que está en el proceso de convertirse en un cadáver político, en el que tarde o temprano las trompetas de la justicia con una llamada a la coherencia harán silenciar a los mal nacidos, advirtiéndoles que deben hacer las maletas, a sabiendas que harán acopio de todo cuanto puedan de sus “rapiñadas y pendejadas”, ya sea en petróleo suministrado a precio de saldo con comisión ostentosa en las islas Caimán, oro alambicado y depositado en la “selva” panameña de la Avenida Balboa, y un narcotráfico amañado con un cartel que piensa seguir comercializándose en el exilio, lo que hace presuponer que los días contados también tienen, ya que la ley del equilibrio es sintomática y sistemática cuando a dos ministros esfumados y “chavistas” afectos al líder actual, en Andorra, el pequeño país enclavado entre España y Francia, les han descubierto dos mil millones de dólares, y por la cuantía que se mueve en el lavado de dinero venezolano a diario, al Fondo Monetario Internacional ya le ha llegado por su fino olfalto un aroma nauseabundo, difícil de hacerlo desaparecer con fragancias caribeñas al compás del joropo, que en cualquier caso huelen a podredumbre demasiado “madura” para continuar soportándola.

 

 

 


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