
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a España a indemnizar a los miembros de ETA que atentaron en la Terminal 4 del aeropuerto de Madrid-Barajas el 30 de Diciembre de 2006, en la que además de los destrozos ocasionados acabaron con la vida de dos personas ecuatorianas, sumadas a otros muchos inocentes que han sido abatidos o heridos por esos mal llamados “combatientes”.
Esta resolución sería inadmisible para un país que hubiese sufrido una lacra sangrienta durante años, los suficientes para seguir teniendo un sabor amargo en la boca y retortijones de mala leche contenida en el estómago de lo que se supone son las entrañas del Estado, si es que se aprecia como tal representatividad de ser tan humano y de forma única a la composición de sus ciudadanos. De España cuando se dice que es diferente para atraer el turismo, añadir también que tiene pocas narices para defender a los suyos, principalmente a los caídos en actos de terrorismo.
Es seguro que no cobrarán los “asesinos y a la vez teóricamente beneficiados” los 30.000 y 20.000 € respectivamente de la sentencia infringida, al ser un importe deducible de los 46.000.000 € de una deuda “asestada en un sumario”, que seguirá pendiente mientras vivan y se sigan riendo de la Justicia.
El hecho diferencial de este inconcebible suceso en los anales de la jurisprudencia, es que se aplica por haber incurrido, los que se juegan la vida frente a esos desalmados, en actitudes humillantes para los dos miembros de ETA cuando fueron detenidos, y encima para mayor despropósito se justifica por la evidencia de demostrar que fueron daños morales y no físicos en los que se incurrió cuando fueron sometidos a interrogación. Apaga y vámonos, toda vez que la degradación de la denuncia comienza cuando en algún parte aparecen que soportaron patadas y golpes, algunos propinados por agentes de inteligencia en el cuartel de Intxaurrondo, y nos consta con la intención de llegar a la conclusión de que realmente la banda terrorista había roto la tregua.
La lástima, y permítase el sarcasmo, es que no hubiese estado presente en el intercambio de preguntas y respuestas, un abogado “cachondo” de esos que amenazan a la autoridad con llevar a sus representados a los altares, un asistente social, un psicólogo, un servicio de urgencías médico y otro forense, un sacerdote, un cocinero y un camarero para servirles a los detenidos todo lo que hubiesen requerido para sentirse seguros y cómodos.
Se confirma que Igor Portu Juanenea necesitó atención médica durante 27 días y Martín Sarasola Yarzabal 14 jornadas, y al parecer no por las “golpizas” de la Benemérita Guardia Civil, que según sus “huevos de avestruz” recibieron los cuatro bofetones como caricias al resistirse con chulería y una insolencia repetida, sino por haber caído en una profunda depresión.
La Audiencia Provincial de Guipúzcoa condenó en el año 2010 a cuatro agentes de la Guardia Civil por delitos de torturas graves, que después el Tribunal Supremo anuló afortunadamente para elevar y dejar intacta la moral de un “cuerpo” de prestigio, que siempre ha estado presente y en muchos casos cuestionado, en los momentos más duros y complicados de una actividad difícil y arriesgada por defender los intereses de un Estado de derecho muchas veces inapreciable.
Decir que en Alemania, país democrático donde los haya, eso del terrorismo se les escapa de las manos dada su inoperancia, ya que casí siempre pierden a los autores confesos cuando se caen por una escalera o saltan voluntariamente por una ventana. Aquí, al parecer somos menos chauvinistas que los franceses en eso de la exhaltación desmesurada de proteger a la nación ante todo, y solemos proteger a los malvados que causan muertes a seres indefensos, incluso a criaturas de pecho, con cárcel revisable por buen comportamiento “doméstico” en el centro penitenciario, mientras que a los galos en ocasiones puntuales se les pierde de un furgón de traslado alguno de los muy malos, o se les fuga otro y no los vuelven a encontrar jamás y mucho menos en las esquelas o en los archivos de reincidentes todavía por recapturar.
España ha sido condenada por el Tribunal de Derechos de lo que sea, once veces desde 2004, siempre por casos de malos tratos, de los que nueve se relacionan con “humillaciones de facto” a componentes de ETA, de ahí viene la experiencia que tienen sus abogados.
El Ministro de Justicia Señor Catalá abunda que las sentencias nunca han sido por malos tratos, y que las indemnizaciones son justificadas, demostrándose que las instituciones cumplen con un servicio a la carta para no infringir ni siquiera un coscorrón a aquellos delincuentes que causan el mayor daño : la muerte de otros por ideología o por pertenecer al mundo cabrón.
No hay queja del Ejecutivo, únicamente bajar la cabeza y asumir por debilidad o complejo de inferioridad política, que el temor siempre está presente cuando desde las instancias del poder se presume mucho sin olvidar que en un momento dado, el que tuvo.. retuvo, una pistola en sus manos dispuesta a volverla a utilizar contra los que pueden seguir la senda de reprobar y castigar con dureza el mal.
La concepción de mal o maldad se asocia a determinados comportamientos humanos perjudiciales, destructivos, carentes de moralidad, convirtiéndose en fuente de sufrimiento moral o físico para personas o en conjunto de la sociedad.
Hay que tener más bondad señores que administran la Justicia para con las víctimas que no pueden reclamar nada ya, y para sus familiares y amigos, incluso compañeros de los partidos políticos que se han “eliminado” de las listas electorales por un tiro en la nuca. Por ellos quizás sería una excelente decisión honrar a los caídos con una Ley más inteligente y severa para protegernos de unas hienas, sin menospreciar los “tirones de orejas” que algunos vascos aplauden y manifiestan sin ninguna contrariedad, máxime cuando se supone que ETA es pasado y que sus “garantes” están única y exclusivamente por cumplir la paz, porque no hay que olvidar que mucho ha cambiado, que el “corre, corre.. que te pillo” se ha invertido, para evitar sucesos que a estas alturas de entenderlos, mucho asco dan cuando determinadas noticias repugnantes como la actual, aparecen dentro de una cuestionable anormalidad. A los “asesinados” se les respeta y recuerda con cariño y no es aconsejable dejarles “tirados” en un bol olvidados.. por un Tribunal de Derechos Humanos.
Cuando digo que estamos viviendo en un mundo más y más surrealista… no me equivoco!
Sanguijuelas sin oficio dedicados a vivir de la lengua puro bla bla y vengan los millones pa ca
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