“En el control obrero juegan un papel esencial los sindicatos.” 

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Cita expeditiva de Felipe González, ex-secretario del PSOE y ex-presidente del gobierno español

” Cuando los trabajadores sean en realidad una organización de clase, podrán influir decisivamente en la vida nacional “. Jorge Eliécer Gaitán

Qué un tal Álvarez ( Josep María al que llamar con empatía coloquial ) de UGT (Unión General de Trabajadores) se llame político agradecido, ubicado desde Catalunya, en vez de sindicalista progresista con menos afiliados en activo que un partido del Getafe, aunque su cuota de participación subvencionada por aparecer en un listado sea de unos 910.000 de los que cerca de 120.000 están liberados de cumplir un horario prefijado, aparezca ante las cámaras con una bufanda de tela morada y blanda al modo de tuareg, como en los viejos tiempos de sonrisa pacificadora y arete en la oreja izquierda, volviendo a reclamar la derogación de la ley de reforma laboral, resulta un tanto patético, ridículo e incluso “obsceno” para quienes hemos visto a esas glorias del pasado haciendo caja, permitiendo al PSOE sus retrasos por tener todo el tiempo del mundo gobernable por ellos para hacerlo, lo que significa que algo va mal en las cloacas de ese ministerio de trabajo que está más preocupado del fin de semana venidero que de las 35 horas semanales que reclaman los podemistas Iglesias & Montero.

Mientras el referido anterior va de señor mayor maduro, disfrazado con bigote de la escuela ye-ye, a Unai Sordo, que no lo es por oírlo todo muy bien, líder de Comisiones Obreras, dice que en 2019 hay que darle prioridad a solucionar la desigualdad, poniendo énfasis en el aumento salarial, además de repetir el mismo “mantra “ hasta la saciedad, llamando a las movilizaciones y otras concentraciones populares con aire más festivo que reivindicativo, a los que seguro irán quienes todavía son considerados enlaces sindicales (118.000 de los 910.000 aproximadamente que dicen avalan su fuerza), que son tantos que bulto harán, pues saben que faltar a la convocatoria “unilateral” significa romper el pacto de obligado cumplimiento y tener más horas libres que una monja haciendo bizcochos borrachos en un convento de clausura, lo que significaría “falta grave” y expulsión de esas organizaciones que están viviendo el distanciamiento de unas masas obreras más preocupadas de correr en bicicleta que en portar una pancarta acompañada de tambores y proclamas por los derechos todavía, al parecer no satisfechos, empezando por cuestionar que el toro que mato a Manolete, le fue prohibido y ocultado un homenaje en la intimidad de la casa del torero, promovido por las incipientes asociaciones proteccionistas del animal de raza brava, así como de que los cerdos son aquellos que comen jamón alimentado con bellota, cuando todo lo vegano es un ejemplo de quien disfruta de una mejor salud física con zanahoria incluida y agua mineral de litines para desgasificar la diarrea mental que padecen muchos.

Ya está bien de tanta misericordia barata de defender a los trabajadores cuando la banca lo ordena y el telón de la comedia se levanta, dejando que los directores y protagonistas de la obra, compuesta por los mayores empresarios del país, se aplauden ellos mismos antes de recibir cualquier critica pactada antes de un estreno y un “coctail” que embriaga, entre los que concurrirán esos hombres y mujeres dedicados a promover la paz social a cambio de conseguir lo que nunca fue negociable, dejando que los 900 euros de salario mínimo actuales coticen menos a la seguridad social de lo que realmente se esperaba con el fin de darle un respiro a la hucha de las pensiones, que está más vacía que un jardín de infancia en un poblado africano orillado en un lago repleto de cocodrilos.

Quienes utilizan al electorado como moneda de cambio para conseguir un propósito espúrio para hacer cola en la oportunidad política y llenarse, como lo hicieron otros, los bolsillos, cuentan con la tímida complicidad de los cabecillas de las organizaciones sindicales a los que ya les va bien que eso de luchar con voz alta, pero sin ofender el respeto de los poderosos amos del futuro laboral que el capitalismo labra, pues de todos es sabido que tanto unos como otros gozan de importantes fondos de pensiones que auxiliarán sus jubilaciones, y que esos recursos, no debe olvidarse, salen de los esfuerzos y contribuciones impositivas de quienes les votan con demostrada desgana.

Así que menos lobos caperucita, y a ver si hay narices de que la transparencia llegue por fin a los estamentos sindicales con menos cháchara y más chicha informativa, que la que sueltan en connivencia de los que les susurran los “cercanos asesores infiltrados” a través del pinganillo.


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