
“Es como estar en un juego con reglas sin sentido creadas por las personas equivocadas.” Así hay que considerar el juego que supone la convocatoria a elecciones generales en una España que pierde electores castigando a los malos jugadores.

La política en España sigue su rumbo que más tiene que ver con una carta astral que con una de navegación que a la deriva la lleva, y en la que la ciudadanía se encuentra abocada a responder el 28 de abril a una nueva convocatoria electoral, a fin y efecto de elegir a los candidatos de antiguo y reciente cuño, es decir con experiencia, además de los otros que enarbolan mucha atracción fatal envasada en el tarro de lo que dicen es la estampida de la extrema derecha, lo que no les resta puntos a los recién llegados a esa feria de las vanidades en la que se ha convertido el hemiciclo de una España dividida en opiniones controvertidas, sosas, ignorantes y pendencieras, a la que le empieza a fallar la memoria para dar a entender que hasta la mediocridad tiene más oportunidades que un gladiador en la arena.

Todos los candidatos siguen sonriendo y circunspectos, unos presentando libros de cabecera y otros tocando a arrebato con guantes de seda, aunque muy desenvueltos están en sus oratorias para concluir y dar una vuelta de tuerca que no sujeta nada para volver a llegar al mismo lugar una vez gire la rueda de la fortuna, sin ser conscientes todavía que poco o nada han trabajado en su encomienda de procurar tranquilizar con promesas, a todas luces incumplidas, programas e implementaciones que la parroquia social esperaba con paciencia infinita y deseos de echar por la borda a la burda incompetencia. Los diputados y senadores, pretendiendo ser recurrentes e insolentes se dedican incluso a insultar a una tropa de indecisos a los que animan a votar para impedir el remordimiento del deber cumplido, en la que será a partir de ese día una pasada legislatura que ha transcurrido con más pena que la propia gloria, de quien a través de una moción de censura ocupó la primera fila presidencial a bombo y platillo, que bien lo tocan los que unidos pueden hacerlo todavía, junto a batasunos e independentistas, pues de todos es sabido que los que han perdido la silla en Sevilla, pretenden volver a recuperar el nuevo y cómodo colchón recién adquirido para disfrutarlo en el Palacio de La Moncloa, prometiendo el oro para poder bajarse al moro y fumarse un porro en vez de un puro leyendo la copiosa prensa internacional y no el “marca” deportivo.

Que será del PP y sus cada vez menos incondicionales, de los “Ciudadanos” en fase REM que creen que se van a comer con patatas fritas el morro de los desencantados, sin olvidar que ha entrado en la cocina del nerviosismo la Vox que clama en el desierto para ser oída a golpe de trompeta bélica, y de las minorías parlamentarias que han encontrado en su fruto pequeño el mejor sabor de la venganza y al otro resto que hay cosechado ya en la cesta para seguir recolectando y utilizar las servilletas para secarse las babas y ocultar con ellas sus risas, cuando los tres mosqueteros se sienten a la mesa. Y lo más importante que será de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, sin olvidar a sus ilustres mujeres que colocaron por su eficiencia al frente de ministerios y secretarias, cuando sepan que la serie que han protagonizado ha sido cancelada por no alcanzar el capítulo 155, lo que les obligará a tirar cada uno por su lado para llegar a acuerdos puntuales entre acaldes y concejales que aunque de distinto partido, lo impropio sería tirarse los trastos a la cabeza si no se convencen que para recoger las migas hay que brindar de vez en cuando.

Que será será ( una parte de la célebre canción)
Cuando era sólo una niña pequeña le pregunté a mi madre, ¿qué voy a ser?. Seré bonita Voy a ser rico.. Ésto es lo que me dijo.. Que será, lo que sea sera. El futuro no es algo que podamos ver.. Que será lo que será será, cuando llegue la hora… de la verdad y nos veamos todos los emplazados frente a las urnas. Todo lo demás son simples teorías de la demoscopia.. y únicamente cabe esperar que la sorpresa de los resultados no se tengan demasiado en cuenta, al suponer que después de la mirada agresiva y elegante del “crupier” el juego acabará de empezar y hay que acumular victorias durante cuatro largos años.
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