España, el deterioro de un país que ha dejado de fascinar por tener a políticos con vocación de “dentistas”

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En España, o lo que quede de ese país, van a empezar el año 2020 de igual forma que lo terminaron, o lo que es decir, auto-destruyéndose mentalmente la sociedad que trabaja, desencantada de que tenga que hacerlo para alimentar a una cada vez más numerosa plaga calificada como obligado “premium” de vividores, concentrados en la política de amargar la existencia con más impuestos, normas y gilipolleces.

Y si el horno no estaba para hincar el diente al bollo, esos administradores de las autonomías, y de los espacios urbanos de las ciudades y pueblos de una España “vacía”, pero ya no solo de habitantes, sino de ideas que puedan ser distintas a las de complicarlo todo, de prohibir, señalar, multar e imponer su santa voluntad, dedicándose a entorpecer la libertad de aquellos que respetan la de los demás sin tener que recurrir de forma banal y frívola a exigir sanciones y normas de convivencia, cuando lo más idóneo sería deshacerse de sus “marca-pasos” inútiles y de pega, enviándoles a galeras o al espacio sideral de donde nacieron y del que llegaron, al igual que a todo ese tropel de gente “invasiva” de problemas sin límites ni fronteras, que intimida, violenta, se salta la Ley a la torera, y encima pide y ocupa lo que nada le cuesta, porqué ya son muchos los “invitados” de piedra que la arrojan y hace daño, y muerden la mano de quienes les ofrecen cobijo y paga social para ir tirando, más los añadidos, esos que creyendo ser elegidos por la inmensa mayoría de ciudadanos en unas elecciones “bastardas” con multiplicidad de nombres y partidos, que se unen para mercadear al mejor postor convenido, del que sacarles prebendas presupuestarias para costear más infraestructuras innecesarias con puestos de conocidos, familias para enchufarlos, hacen que la vida sea una especie de espera interminable en una consulta médica, para llegar a la conclusión de que no hay remedio y que no se va a solucionar el problema, sino es extirpando el mal desde la raíz si es necesario.

Y todo termina como cuando vas al “dentista” a una cita para una higiene bucal, que te dice no seas tan bruto y que te cepilles los dientes con menos fuerza, utilizando la pasta dentífrica que te recomienda para ayudar a eliminar el sarro, siempre la más cara por cierto, evitando así dañar la dentadura, cuando instantes después te mete en la boca una máquina eléctrica que a fuerza de moler el esmalte, hace que tu “piñata” sufra y termine debilitándose, después pasado el tiempo del que recordarás que te ha pasado una nada despreciable factura, por hacerte “bailar” en tu adulta madurez más marcada, los incisivos, caninos, premolares, molares, después de haber perdido las cuatro muelas del juicio. Y es idéntico lo que ocurre con las reales majestades de la democracia actual y mal entendida. Te recomiendan coherencia, diálogo, proporcionalidad, etc, etc., creyéndote que en sus manos estás seguro, para después darte en donde más te duela para recordarte que hoy puedes perder algún privilegio, por aquello de la solidaridad, y que no hay que quejarse cuando sin ellos podrías padecer el poder quedarte sin habla, cuestión harto sabida cuando probablemente deberías decidirte por no hacerles de comparsa y mantener tu integridad, máxime si todavía no has llegado obligado a una dentadura postiza, optando por realizar la limpieza diariamente con bicarbonato, limón, agua oxigenada y sal, que son ingredientes naturales que evitarán, por el efecto tranquilizante, no tirarte al cuello de esos indecentes y resabiados “progres” de pacotilla, para morderles su yugular y dejarles la huella del aviso todavía no sangriento, de que ya está bien de tanto prospecto con solapadas amenazas, cuando nos intentan considerar tan peligrosos para la sociedad.. como ellos mismos lo son y no supuestamente.

Nunca abras la boca, a menos que estés tumbado en un sillón de un dentista de verdad.


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