
El ave Fénix se niega a transportar al sospechoso Peter Pan, al creer que Pinocho le ha suplantado la personalidad
Cuando Pinocho se redujo la nariz y reemplazó la personalidad de Peter Pan para seguir gobernando España, El País de Nunca Jamás.
Si alguien tiene curiosidad por encontrar El País de Nunca Jamás, y reside en Europa, sin duda lo tiene cerca, pues España es esa península convertida en isla fantástica que el secesionista escocés James Matthew Barrie, aunque británico también se consideraba, omitía con ocultada geografía y describía en una novela en la que Peter Pan era su mayor y más tierno protagonista.
El País de Nunca Jamás es una soleada península rodeada de mares, en el libro una isla, exótica y de excelente gastronomía la ibérica, en la que los niños no crecen, precisamente cuando alcanzan el grado de políticos y ciudadanos, viviendo ambos sin ninguna ética precisa, deberes y compromisos que pudieran cumplirse a satisfacción, lo que hace que la irresponsabilidad sea una constante, atribuyéndose la calificación de “niños perdidos” liderados por Peter Pan, anteriormente Pinocho (el embustero) antes de suplantar papeles y hacerse una cirugía, que sería como decir Pedro Sánchez y sus chicas y sus chicos (Presidente del Gobierno y sus ministras y ministros), además de acompañarse de Campanilla, un hada madrina encarnada en la figura de una guapa moza que se emplea a fondo cuando se trata de hacer prevalecer, a pesar de todos y todo, una “constitución” emblemática y no a gusto de todos.
La población de El País del Nunca Jamás reúne a esclavistas, piratas, corsarios, bucaneros y filibusteros, indios, sirenas y mariposas que hablan hasta por las alas, es decir, mucho, antes de zambullirse en aguas profundas y selvas impenetrables, lo que hace que si se sigue dando alabanza a la leyenda, todos aquellos que deseen empadronarse en Nunca Jamás, distrito nacional, deberá volar hasta la cumbre del visible firmamento, girando en la segunda estrella a la izquierda, siempre en esa dirección puntualiza el corregidor actual que adopta el papel de autoridad de un tráfico aéreo de ficción, para después y al llegar al amanecer, optar por una derecha sin recta fija ni final, aunque con algún disco vial de stop que la carretera de la democracia instala, cada vez que hay que reparar el asfalto que nos hará llegar hasta el cielo o el infierno, dependiendo siempre del comportamiento que tengan los habitantes ninguneados y votantes de lugar.
Nunca Jamás es un mágico escenario donde los infantes e infantas no alcanzan la edad adulta exigida por haberse dedicado a la política sin enseñanza ni cultura alguna, aunque únicamente el capitán Garfio y su tripulación desaliñada conseguirán madurar, debido principalmente a que desde temprana edad se ejercitaron en el sabio arte de dar sablazos a tenor de un ciego aprendizaje que les instruía el compendio de obras reunidas bajo el título de Paz y Justicia, aunque muchos, la mayoría, ignoraban lo que en realidad trataba semejante doctrinario era que les podía hacer regresar al pasado, empezando por seguir disfrutando el dulce chupete de la oportunidad en cualquier episodio que se les antojase en tiempo, lugar y forma, incluso después de dejar una cuna con rosadas sábanas y variedad de sonajeros de última generación con variedad de nanas incorporada..
Resumiendo, en El País de Nunca Jamás encontramos hadas y minotauros, míticos, místicos y aficionados, también algún osado troyano, que asumen el papel de valientes defensores sin domicilio fijo, ni cuartel y sin chapa de autoridad sobre los otros Niños Perdidos con carné de manipuladores, o lo que es decir, unos pocos que representan a unos 46 millones de ciudadanos y se enfrentan a los piratas de toda índole y especialización; banqueros, políticos de ocasión, corruptos y depredadores, ruines empresarios e inversores, oportunistas de altura y un largo etcétera de titulados de lo ajeno. Y menos mal que tienen los atrevidos abogados y perjudicados a la fiel Campanilla que atesora y protege indefectiblemente el imperio de la Ley , aunque ya no es tan compañera de Peter Pan, al trasladarse éste a una nueva morada conocida por La Moncloa ignota, un palacio resguardado que le distrae tanto y del que no quiere salir ni a “gorrazos”, salvo para viajar en alas y visitar a otros personajes de cuentos de tiranos, electos de buena fe y otros que son de chicha y nabo, además de otros pendejos fermentados por un “populismo” ingrato y gratamente satisfecho de obtener cada vez más poder.

Después y en esa fauna de imprevistos seres que aparecen y desaparecen dependiendo de la situación general de El País del Nunca Jamás, tenemos las aves que sirven de entretenimiento, que vuelan, asesoran y orientan a los aventurados tribunos, aunque algunos se siguen estrellando entre las brumas de la ambición por no seguir los buenos consejos, optando al mal gusto de tirarse en paracaídas los primeros, sin responsabilizarse de la caída en picado de quienes no tendrán la oportunidad de salir ilesos de un accidente provocado por una falta de experiencia en el repetido vuelo del Fénix, que siempre sucumbe a las tormentas de arenas en un desierto repleto de tentaciones que son puros espejismos y una falta de oasis para los voluntarios que los buscan sin éxito, sin enloquecer algo que seguro no sucederá.. jamás, también pues las arenas movedizas terminarán por engullir cualquier intento de voluntarioso esfuerzo.
Y en cuanto a los Niños Perdidos y los pobladores, incluyendo excursionistas y migrantes que son contados en exceso, sedientos de un gobierno ejemplar que les firmen los papeles, que más se puede decir, salvo que navegan errantes por un mar de dudas entre risas y llantos, unos por querer alcanzar pensiones dignas, otros por trabajar dejando de ser honestos, también los insaciables bastardos por un salario adecuado y los protestantes por independizarse al llevar otro espíritu en la sangre, y todos distribuidos en tribus raras y armadas, la mayoría con la acción modelada en el torno de la inacción y pocos con la muda palabra, que la mayoría de las veces no sirve para nada, ni tan siquiera para alertar a Peter Pan de que algo se cuece en las urnas que están a punto de revalidar o estallar.. o no su mandato en El País de Nunca Jamás, y menos si un día perdiste el tiempo en aprender esperanto mientras esperabas tu turno en un curso de formación profesional de física cuántica adaptada al globo terráqueo.
Y sobre los saqueadores que se hacen con todo lo que pueden y se lo llevan a su peso y paso, poco les importa que sean motivo de reprobaciones, burlas y humillaciones sin les pillan por no avisarles a tiempo el reloj despertador que perdieron por el mordisco de unos caimanes conocidos por sicarios, competencia pura y dura de quienes pretendían hacerse con el negocio inmobiliario o del narcotráfico en un país que todavía huele a cemento, amianto, pino, a jazmín y palo santo, encerrándoles en la misma trena que a los indios independentistas, que gozan de impunidad parlamentaria al seguir enamorados de un país encantado al que la relación y causa de los efectos amor y odio no les son ajenos en un proceso de divorcio, de separación o desafección, según estime la curia del libro sagrado de una unión llamada europea, que ya suena de forma jocosa y sin valor.
Y no podían faltar las sirenas en El País del Nunca Jamás.. volveremos a ser lo que fuimos, a pesar de que una nueva “voz” se apropie del fenómeno de la pluralidad ejemplar, que travestidas aparentan ser ásperas y malévolas, ocultando su frivolidad y seguir cantando al sol en la roca de los abandonados o en el valle de los caídos, refugiándose al amanecer cuando sube la marea y aparecen las tormentas internas en unas cuevas de coral que protegen las perlas, utilizadas en ocasiones como collares en festejos y recepciones acaudilladas por otros viejos oponentes, ya inexistentes, a los que Peter Pan, ayer Pinocho, por siempre meterse en donde no debe, le trae de cabeza el pasado sin preocuparse del presente, mientras que los animales de toda raza, desde los más astutos y sanguinarios que suelen confundirse como domesticados campan a sus anchas después de devorar a las “niños y niñas perdidos”, a sus papás y abuelos en la selva de una urbe que nunca será una feliz quimera, mientras que los roedores duermen, y las palomas acosan a los pacientes visitantes de parques y jardines, especulando otros pájaros si les es rentable encaramarse a las frágiles ramas de los árboles y piar hasta ser legibles sus trinos y cantos, toda vez que no se les entienda al final, al igual que a esos hombres y mujeres que van cogidos de la mano protestando con desencantada
algarada, esperando el milagro de que el autor que tanto ha elogiado a Peter Pan de cualquier rasgo o color, le ponga fin a este dispendio de realidades infumables por carecer de fundamento y entusiasmo, para seguir leyendo otro cuento infantil que nada tenga que ver con el futuro que nos espera si abordamos con el interés desacostumbrado la última página, que no la encontraremos con la prudencia debida y nunca jamás, si no la hace aparecer el destino, de improviso y con una llamada previa cargada de razones, odios o vídeos realizados con planos domésticos de un “you tube” para todos los públicos y así seguir entreteniéndonos un rato, aprovechando que le cambiamos el aceite al motor del engranaje de una vida efímera y repleta de sensaciones y sabores “light”, pues la historia se repite en el día de la marmota, que acaba de predecir que hoy es lluvioso, gélido y ventoso, que es mejor quedarse en casa y no ver el telediario producido por el canal único de El País de Nunca Jamás.. volver a empezar.. y descifrar los mensajes que vienen a significar lo mismo por mucha imagen y discurso que se pretende inculcar.
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