
Alarma entre la República Dominicana con carencias aunque sostenible gracias al turismo, y una República de Haití, empobrecida y peligrosa, en las que ambas son tratadas con desdén por un núcleo duro exterior de la isla, que desea por todos lo medios aprovecharse de las mismas
A Danilo Medina, presidente de la República Dominicana, le están haciendo la cama, es decir, algunos inspiradores de provocar su fracaso como líder, quienes como miembros relevantes de su mismo partido político actúan a sus espaldas, para que el mandatario caiga en desgracia y así adquirir una ventaja electoral en los próximos comicios. Mientras, un ingeniero cabreado por no haber logrado mayor estima en conseguir cartera provechosa, argumenta sin tapujos que no puede haber incursión para que ninguno se postule para el cargo de la máxima representación hasta no ver transcurridos cien años, insistiendo otro que ya ostentó dicho papel protagonizado y que hoy ansía volver a asumirlo, desbancando por todos los medios al que fue su amigo del alma, vanagloriándose de tener cerca de dos millones de conjurados dispuestos a votar por él, aludiendo a su experiencia de haber sido presidente del país caribeño en tres períodos no consecutivos, empleando una estrategia difícil pero inteligente, pues por algo tiene a su favor, como es el considerarse un águila astuta y ejemplo del maniqueísmo que le avala como político, abogado y escritor al que le siguen muchos con esperanza de cambio y fervor.
Probablemente las circunstancias anómalas de los episodios sociales que suceden en el presente y muy reciente pasado, en el que se siempre se buscan chivos expiatorios para distraer la atención de Medina, no se deban al intrusismo de Leonel Fernández como claro oponente y aspirante a ganar la carrera parlamentaria, sino más bien a la conspiración de algunos elementos extraños del poder coaligado que desean hacer méritos por una posible renovación en las estructuras de sostenibilidad del actual dirigente, a los que deberíamos calificarles de incontrolados, cuando se han convertido en instigadores voluntarios de revueltas callejeras entre dominicanos y haitianos, ya sean casos como los acaecidos y en los que se describen, por poner un ejemplo reciente, con un robo de motocicletas a golpe de amenaza de machetes por parte de una turba procedente de la república vecina, a la que se añadió el agravante del secuestro por unas horas de un reconocido médico cardiólogo en la localidad de La Palmita, sin que los militares testigos del percance pudieran hacer nada para impedirlo, cuestión desconcertante y llamativa que ha hecho que los ágiles servicios de inteligencia del G2 intervengan para aclarar los hechos, máxime cuando el altercado fue grabado en planos aficionados con una huella profesional evidente, y difundidos por los medios digitales, incluidas las redes sociales FaceBook y WhatsApp principalmente, a solo minutos del incidente, quizás con el fin de hacer sentir a la población dominicana un alto grado de consternación, con la deriva programada de causar un efecto distorsionador que aflija, humille y tenga la sensación de no tolerar más una provocación de tales características.
Y por si la noticia fuera escasa, a continuación se emite un comunicado de la Embajada de EE.UU en esa región geográfica, advirtiendo que es peligroso desplazarse a Haití por la inseguridad que provocan las protestas internas, especialmente a su personal diplomático y ciudadanos que estén de paso, a los que se les recomienda postergar viajes de placer o de negocio, considerando un latente riesgo hacerlo, que de no tener más remedio se haga con escolta y con la maestría de activar reacciones rápidas si van por tierra en auto y encontrarse con calles bloqueadas para inmediatamente dar la vuelta y dirigirse a un lugar seguro, antes de caer en una trampa urbana, volviendo a insistir tajantemente en sus comunicados que un plan de evacuación personal no dependerá de la asistencia norteamericana.
Algo se está cociendo en lo que puede citarse como el inició de una recogida de leña para darle combustible a la cocina de un infierno, en la que ambos y tan distintos cocineros están preparando un parrilla de despropósitos sin tener en cuenta que pudiera hacer intervenir a un tercero para hacer que los intereses en la región se conviertan en un postre que no estará al alcance de los invitados no presentes todavía al ágape.
El hambre resurge con síntomas de una desnutrición inadmisible en Haití con un rugido alarmante que irá en aumento a buscar allí donde más cerca encuentre alimento, mientras las instituciones del mundo que se erigen en protectoras siguen jugando a una geopolitica bastarda en la zona, y en Dominicana están más pendientes de destruirse mutuamente por destrozar las posibilidades de saber quien mandará próximamente en el lado más extenso y menos oscuro de la isla, en la que muy pronto podrán brotar lágrimas por la impotencia y la obstinación de no estar al tanto de otro huracán que a vientos forzados entra con una fuerza desconocida, probablemente dirigida por otros elementos que se originan en los despachos del comercio internacional que inducen a una fusión entre las dos repúblicas, con derramamiento de sangre inocente si ello fuera necesario, para alcanzar los objetivos de un mayúsculo y reprochable escándalo por obtener la riqueza a costa de los más débiles, esclavizados por siempre e ignorantes desamparados que han olvidado su pasado y mucho más su presente.
El Caos haitiano
A Yvonne Bador
Abierta está una desdicha-tigre
entre la vida y yo: ¿puede uno
dominar el caos haitiano de sus días?
¿puede uno contener en sus venas de nómada
el flujo existencial de tiempos de soledad?
todo el ultramundo mundial de nocturna desolación
sigue ofreciendo brazos de mar que cruzar.
Un mal-estar no interrupto se enrosca sin fin
en adiós de ternura al golfo de Jacmel.
Uno puede pasar su vida de poeta vencido
exiliado en los siete días de la semana.
Teniendo ante mí los años contados,
soy el caballo sudoroso de mis raíces.
“Me van a entregar la cédula y va a cambiar todo en mi vida: inmediatamente voy a poder ingresar a la universidad, voy a poder trabajar, voy a tener seguro médico…” Ese futuro que con entusiasmo describió una mujer considerada extranjera hasta ese momento a un medio periodístico, es una aspiración que comparte con decenas de miles de hijos de haitianos que han vivido durante décadas en un limbo legal en una República Dominicana, que nunca ha dejado de ayudar a los nacionales de su país vecino que comparten una isla cercana al paraíso”
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