
Con todo el respeto, Juan Antonio Morales, que pudiera merecer de haberlo ganado o afanado en una tómbola, señor diputado del PP de la Asamblea de Extremadura, al augurar sin tapujos “momentos convulsos y conflictivos” para su país, que es el mío, el de todos, aunque muchos no hayan nacido entre su piel de toro o cabra camuflada, es usted un verdadero ejemplo de cebollero destartalado (lugar en donde reposan las cebollas e impiden hacer llorar al curioso), y del que salen cebolletas sin sustancia alguna o casi podridas.
Juan Antonio Morales usted sí es un peligro para la sociedad que le ha visto nacer, al hacer esas manifestaciones consagradas a una guerra civil, y encima tenemos muchos que digerirlas cuando su partido califica de buitres a las demás fuerzas políticas, cuando lo más próximo a la imbecilidad, a la que se acerca usted sin prudencia ni recato, no se percata que el “ave” en cuestión de su logograma “empresarial” dejó de ser una gaviota para convertirse en lo que es hoy, un zopilote desdentado que se refugia en el desván que alberga su fracaso y demostrada ineficacia para asumir errores, corregir los vuelos rasantes y volver a elevarse con soltura sin la pesada carga de una corrupción que hoy les ha
descabezado, y de la que no reniegan cuando la siguen rechazando de puertas para fuera e incluso para adentro.
Señor Juan Antonio Morales, manifestar lo que ha hecho por la misma libertad que yo también disfruto para contestarle, no le autoriza a intentar infundir sus miedos, veleidades bélicas y bravuconadas intimidatorias en los campos de las paciencias que hemos sembrado durante años. Nos podemos llamar de todo, incluso mandarnos sin decoro a la mierda, pero lo que debe ser intolerable es que su necedad y falta de combustible en su mediocre cacharro fabricante de reaccionarias ideas, que no debe corresponder al de un sabio, insista en alejarnos del espíritu de convivencia que tampoco ha hecho falta cuestionarlo, cuando usted ha sido bendecido con premios de la Fundación Francisco Franco. Eso qué más nos puede dar e importar señor, si sus tendencias son las que son, pero líbranos del mal con su silencio, de tener que soportar tonterías y memeces que dicen los tontos, que asumen los incapaces de respirar en libertad y aquellos que pretenden incendiar lo que otros muchos están por apagar, mucho antes de que alguien provoque un incendio voraz.
Señor Juan Antonio Morales, no le eche más zanahoria al fuego, compita, y ojalá sea con listas abiertas en las próximas elecciones en las que usted no figuraría ni en el último de la fila y deje que las urnas decidan si el destino todavía lo es todo, o que el botulismo que ha “cogido” a través de ese riquísimo embutido de su tierra, le paralice por el bien de todos el rencor que lleva todavía en su seco cerebro.. o tarro, dejando que la zanahoria le conduzca por las sendas que al menos por nosotros, nunca le llevarán al matadero ni a los extremos que promulga con tanto entusiasmo.
Juan Antonio Morales, defienda a su partido, pero por el bien del mismo, hable poco, y no llame a una “guerra santa entre republicanos de Catalunya y cristianos de Mérida” para empezar, utilizando su condición de político correoso, para que los demás averigüemos que es usted tan quejica y miedoso, que oculta su carné en el trasero del burro sin zanahoria que huye dando coces por el monte a diestro y siniestro, dejando a los conversos como usted en las puertas del desencanto, protegidas por la murallas ruinosas de sus enfermizos descalabros.
Y no se olvide si en algún momento algún paquidermo se le aparece en sus pesadillas, piense que a lo mejor sobre usted hemos podido equivocarnos, y está en la selva entre elefantes, “tarzán” y “chita”, aquella que desaparecía del árbol con el rabo entre las piernas y callando, que era cuando el resto de la fauna la encontraba más simpática y bonita.
Muy bueno.