
En España con la libertad con cargos de los Jueces, los perjudicados se cabrean y los encausados se recochinean
Para ladrones de guante blanco, de asaltantes a la propiedad privada, carteristas, asociales, narcotraficantes, maltratadores, criminales, okupas que prefieren un chalet con piscina antes que vivir en un camping y toda gente de mal vivir, entiéndase para todos aquellos que cometen un delito con tintes de creerse impunes al mismo, y son apresados con todas las atenuantes o por denuncias comprobadas, les beneficia la primera vista con una Justicia ciega de corta y pega, que libra al reo de ser inmeditamente encarcelado entre rejas, aunque los más peligrosos y descarados en su reincidencia pasen obligados a la preventiva, por lo que tras pasado un tiempo en libertad, eso sí con cargos, no lo vayamos a olvidar, la demora hasta ser juzgados por un tribunal competente y no de instrucción rápida, sin duda se atenuarán sus expedientes limpiamente redactados, con tiempo suficiente que apuntan a favor de los que causan lesiones y otros daños, aunque no les eximan de darles la oportunidad de arrepentirse hipócrítamente y solicitar perdón, además de excusas por un trastornado comportamiento cuando se cometió la infracción. En cualquier caso es una mala jugada para quienes han sido víctimas que decepcionadas están por una Justicia lenta y ambigüa, arriesgándose como ya ha sucedido desgraciadamente en muchas ocasiones y como un signo de repetición constante, ha ser intimidadas, vueltas a robar por los mismos sistemas empleados anteriormente, o conseguir que se claudique por aburrimiento retirando la denuncia, restando importancia a los hechos y así olvidarse del asunto con la garantía de no volver a molestarse en testificar otra vez, a sabiendas que son muchos los delincuentes que saben perfectamente que el proceso va para largo, por lo que siguen cometiendo fechorias riéndose de la policia, aumentando así con soltura, provocación y confianza sus requisas y amenazas, pues libres están para seguir cometiendo tropelias y convertirse en los amos de la calle a base de tirones y tiroteos.
Al parecer la Ley padece de falta de sensibilidad y equidad dejando que toda esa chusma siga en libertad, eso sí con cargos, que van aumentando estadísticamente y con un descontrol desmesurado, dándose casos de acumular más de cien sustracciones constatadas oficialmente que difícilmente se penalizarán sumando percances objetivos, permitiendo así que los fichados huyan a otros países de ese entorno de gracioso tránsito que tiene la Unión Europea y una permisividad que raya lo absurdo.
Este país y su jurisprudencia no guarda respeto alguno para con los afectados y se deja intoxicar en exceso por una corriente demasiado blanda, probablemente encubierta, mal interpretada y aceptada por no verse afectado directamente el aprendiz de juzgador de los múltiples casos y reincidencias, con el resultado qué va, desde dejar que se vaya el detenido a un domicilio nada fijo y con un papel estampillado en donde le acusan de algo inexacto que no le inhibe de seguir delinquiendo, a meterlo, si lo pillan posteriormente, a una cárcel de papel que más bien parecerá con la reducción de penas que prevee el código penal, en disfrutar de unas largas vacaciones en un hotel-penal-balneario, lo que hace un efecto llamada para asolar España, haciendo que sea el centro de atención al que acuden bandas organizadas desde todo el mundo, con la insana intención de desvalijarnos y retar a unos cuerpos de seguridad desmotivados, que poco a poco pierden la moral por un peligroso trabajo que recompensa más al “chorizo”, que el cumplimiento y sacrificio de un deber cumplido con la sociedad que han jurado debe defender.
Si no se cambia la Ley, y no nos acercamos de puntillas, aunque rocemos a mucha distancia la que se aplica con dureza en otros países por dicha materia judicial, estamos abocados a perder derechos y libertades de una ciudadanía que está harta e insatisfecha por no poder recuperar su seguridad al estar cada día que pasa más en manos de unos desaprensivos y unos lelos togados, que tampoco hacen nada para rebelarse y modificar acciones contra lo que está bien o está mal, eliminando la letra pequeña de unas leyes que compadecen más al malandro que al perjudicado.
“Los hombres pueden hacer leyes para poner trabas y obstaculizar la votación, pero no pueden impedir o retardar el crecimiento y la maduración de nuestra conciencia.” Booker Taliaferro Washington
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