
Nosotros conocemos los entresijos que han motivado una inusitada violencia y el desprecio de la vida por quienes tienen poco que perder. Hace dos años vivimos momentos difíciles in situ, concretamente en Puerto Príncipe y fuimos testigos de la incipiente desaceleración de una economía emergente entorpecida por la desconfianza de la población haitiana con respecto a sus autoridades ejecutivas, a las que tachaban de un exceso de celo por conservar una corrupción generalizada a través de los estamentos oficiales, que no contentas las consejerías gubernamentales e ignorando el desapego sometía a los ciudadanos con nuevos impuestos, y la amenaza por entonces de una carga impositiva en el precio de los combustibles para el transporte. Por entonces ya olíamos a ruído de machetes disconformes, que se aproximaban tarde o temprano a revueltas en los barrios más distantes e inseguros, insatisfacción y miedo a lo que pudiese ocurrir cuando se prendiese la mecha de un polvorín, premonición que ahora ha llevado al estallido inmisericorde al pais, al desorden y al caos, comprobando que los gritos ya no son silenciosos y el terror inunda nuevamente las calles desde el centro hasta los extraradios, que se muestran con barricadas, fuegos, hogueras y disparos, a sumar el aprovechamiento de algunas bandas de insurrectos y facinerosos, financiados por los oscuros intereses partidistas en aplicar la ley de la mordaza y la vendetta más detestable.
Desde la plataforma Liga Haitiana Internacional ( LIHAITI ) hemos seguido la trayectoria de su Vicepresidente Marc-Aurel Bonne-année, quien se rebela a mantenerse inmóvil ante el fracaso de las negociaciones y las promesas incumplidas de una pacificación que parece no llegará a buen termino si las partes provocadoras del “motín” no hacen nada para evitar el creciente derramamiento de sangre que se está produciendo en un Haití, en el que al parecer ha desaparecido la cordura y la racionalidad que defenestran una democracia basada en conservar la libertad y el justo derecho a progresar en todos sus eslabones de mando y facetas productivas.

Marc-Aurel Bonne-année no es un justiciero a la vieja usanza, nos consta que es un hombre discreto, serio y de compromiso que se ajusta al honor y a la verdad de lo que dice y hace en sus actos protocolarios, que discrepa abiertamente de una falta de consenso y ante todo mantiene el respeto y el deber de exigir que de una vez por todas se inicie un proceso de diálogo en el que la Justicia no se convierta en un mediador torticero y mediocre, mientas haya judicatura fiel a los principios leales que deben considerarse inalterables para aplicar el equilibrio y la repulsa, acusación o sentencia para aquellos que hayan cometido actos delictivos que hayan servido para desnutrir el orden constitucional de Haití, que no dejará de ser un estado de derecho por el simple hecho de soportar episodios de una relevante trascendencia en el área del Caribe de un país que parece ha sido olvidado por la Comunidad Internacional.

Marc-Aurel Bonne-année es un hombre joven de 43 años, culto, empático y agradable, claro en sus exposiciones, nacido en Torbeck (Haití), ingeniero informático por la Universidad Tecnológica de Santiago (Utesa), después de su licenciatura como bachiller en el acreditado Lycée Louis Joseph Janvier de Carrefour, habiendo realizado posteriormente máster en Los Ángeles Institute y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Habla a la perfección cuatro idiomas : Francés, Creole, Español e Inglés. Ha sido profesor de informática, análisis y consultor tecnológico de indiscutible trayectoria profesional. Sus trabajos sociales han sido alabados tras ser uno de los primeros cooperantes en el terremoto de su país en el año 2010, en la Fundación social para un mejor desarrollo (FUSOMED), la Asociación de ayuda para los niños haitianos que residen en República Dominicana (ANHARED) y finalmente con una dedicación sin parangón en la reconocida Liga Haitiana Internacional (LIHAITI) de la que es Vicepresidente y responsable político.
Hemos tenido acceso al borrador de una intervención en la que resume la situación actual de Haití y a una proclama insistente por reducir el problema interno del país a la necesidad de conocerlo en profundidad, con el único fin de someter la “dolencia” que padece a una operación quirúrgica de máxima urgencia, evitando daños irreparables que hagan retroceder a los haitianos a un pasado sin libertades ni esperanzas. A continuación lo exponemos y sean nuestros lectores quienes juzguen nuestra apuesta por un hombre al que se le debe tener muy en cuenta en un proceso de rehabilitación nacional que puede costar varios años.
HAITIANOS.. OBLIGADOS AL REENCUENTRO CON LOS BRAZOS ABIERTOS Y EL ORGULLO BIEN ALTO


Los padres de la patria Toussaint Louverture, Jean Jacques Dessalines entre otros usaron esta poderosa arma ;“LA UNION” para dotarnos de un país libre e independiente que hoy día, sus hijas e hijos no saben si son libres o no todavía, creando una incertidumbre en generaciones pasadas y la presente. El primero (01) de enero de 1804, el pueblo amaneció feliz, radiante experimentando por primera vez en su vida una sensación de libertad como un pájaro viajando y portando la paz de un horizonte a otro.
Como suele decirse.. “parece que lo bueno no dura tanto tiempo”. Año tras año vamos perdiendo la libertad que tanto costó alcanzar, gracias al esfuerzo y empeño de un legado valiente que con escasos recursos y ninguna duda, procuró hacer frente a los imposibles y lograr alcanzar sus metas con la fuerza de una unión sincera e indestructible.
Desgraciadamente todo lo cosechado por la siembra de libertades y progreso ha desaparecido con el tiempo entre los gritos del silencio, que ahora oímos sin acostumbrarse a escucharlos.
Un gran número de los actuales dirigentes políticos jalan cada uno por su lado sin pensar que tenemos algo en común “Haití”. Haití no puede existir sin la buena e imprescindible convivencia de cada uno de sus hijos, por ende de sus formas de pensar, de actuar y tomar decisiones, a veces difíciles y en condiciones muy adversas.
“La fraternidad es la cimentación de la buena convivencia del mundo y en
particular de un país por la que queda hermanada”, Cada uno debemos confraternizar y así fortalecer y darle el valor de autenticidad a nuestra nación.
La desatención y la escasa responsabilidad de una política cada vez más frágil y ausente, que solo vela por sus propios intereses personales redunda con beneficios de lo ajeno demostrable e impiden ir a recibir el “pan” de la educación que nuestros hijos demandan. Ellos son el futuro del país y ahora se encuentran con imágenes diarias que entorpecen la importante tarea de aprender todo lo contrario a lo que ahora ven, encontrándose con calles abarrotadas de barricadas, sangre derramada de inocentes compatriotas, voces silenciadas, humo, fuego, y los ecos de los sonidos a muerte.
Las actividades económicas están escondidas y muchas mutiladas, anuladas en su gran mayoría, por lo que otra vez al pueblo se le ha privado de salir libremente a recorrer el camino de sus quehaceres diarios al que tiene derecho.
La juventud está desorientada, sin rumbo ni ejemplo que le convenza seguir,
percibiendo el miedo de qué será o terminará siendo en éste cruel presente y en el futuro más cercano. Todos no saben qué hacer, a dónde ir y cómo responder a las provocaciones del mal que se se padece.
Las catástrofes naturales que sufre el país constantemente, se unen como pretexto a los malentendidos o desavenencias entre políticos que se distancian de sus responsabilidades para hundir más si cabe al país en las penurias a las que estamos expuestos, que ayudan a corromper la progresiva desaparición de la necesaria agricultura, la ganadería y la pesca, lo que equivale a decir que todas las infraestructuras relacionadas con la economía están desapareciendo paulatinamente con un evidente riesgo, a lo que habría de añadirse una degradación del medio ambiente que costará gestionar cuando todo llegue a normalizarse.
Los últimos acontecimientos a nivel nacional están llevando al país a romperse entre una situación dolorosa, inaceptable y peligrosa, registrando una paralización completa en las actividades educativas, laborales y de asistencia sanitaria entre otras más precisas. El pueblo no puede salir de sus hogares en dirección a sus quehaceres cotidianos y ese temor es lamentable.
La economía del país está por el suelo, la falta de empleos hace a muchos
abandonar el territorio con el fin de conseguir algo mejor, pero en el transcurso encuentran inesperadas sorpresas, que muchas veces les hacen soportar calamidades, retroceder o ser deportados.
Y en todo ese transcurso entre lo pasado y lo actual, olvidamos que Haití es un país rico, entusiasmado por su idiosincrasia, lleno de costas hermosas e ideal para descansos turísticos, disfrutando de un ambiente tropical inigualable y un mar azul y cristalino, por lo que no tendría nadie reparos en admitir que se trata de un rincón único en la Tierra.
Haití es una perla hermosa. Todas esas bondades de un país todavía desconocido, debemos utilizarlas para mejorar la economía nacional fomentada por el turismo y la capacidad productiva en otros sectores secundarios en donde nuestros hijos puedan tener un futuro asegurado y nuestros jóvenes recuperar la esperanza para que todos podamos estar orgullosos de nosotros mismos, volviendo a repetir las veces que sean necesarias, el importante papel que tienen las mujeres con una
participación más activa en el desarrollo del país, sin olvidar a una sociedad
prematuramente envejecida por las preocupaciones y a la que se le debe respetar y alimentar adecuadamente, suministrándoles las medicinas prescritas que deben estar disponibles a todas las horas del día.
En definitiva, la idea es que debemos trabajar por la conciliación sin traumas que lo impidan para disfrutar de un Haití tranquilo, sereno, en paz y sin el menor número de sobresaltos, evitando angustiarse en si mañana todo cambia por pura rutina y una rara incertidumbre, acumulada por la situación de una locura en nuestra sociedad, que debe ser transitoria y tratada en profundidad por las propuestas de buena voluntad.
Les invito a todos, políticos haitianos, niñas y niños, jóvenes y adultos, mujeres y hombres a unirse a nosotros, a ampliar la gran familia de la
Liga Haitiana Internacional (LIHAITI), para todos juntos y con esa fuerza oculta que tenemos reservada en nuestros corazones salvar a nuestra querida patria.
Haití no puede esperar más, es tiempo de dejar a un lado las diferencias, los
intereses personales. Es tiempo de pensar en una única verdad : “Haití es uno, pero para todos”. Trabajemos juntos para proteger y cuidar lo que es nuestro. “Destruir lo que es nuestro, es destruirnos a nosotros mismos”.
Es tiempo de decirle al mundo, a la comunidad internacional que la reconciliación está próxima, que se una a nosotros y nos apoyen, que juntos lograremos embellecer más este rincón hermoso perdido en el Caribe. “El mundo es uno, pero para todos”. Mejorar a Haití es mejorar una pequeña parte del mundo, pero poco a poco tendremos un mundo mejor, un mundo más unido y mucho más fuerte para resistir los designios que nos depara el destino.

¡Que la paz reine entre nosotros!
¡Haití existe, vive y vivirá!
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