Un mensaje distinto a las puertas de un verano que promete ser caluroso

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Agradeciendo la pertinaz audiencia y demostrando nuestro agobio por no saber más y mejor como llegar a vosotros.

Estamos a punto de empezar las tradicionales vacaciones veraniegas en la España que asume la llegada de una inmigración que llega a oleadas sin bañador ni toallas y mucho menos con un desconocido y roído pasaporte, toda vez el país es incapaz de unir a sus moradores de siempre, a esos que intentan abrirla geográficamente, rajarla, disgregarla, hacerla más débil y enferma. Y no somos muchos los que entendemos tal ofrenda a la puta madre que intenta dejar a sus familiares y amigos que discrepan de su comportamiento, en un container profundo de basura e inconfesables pertenencias, y otras prendas de las que se desprende a jirones si no son rojas y amarillas, quien se cree con más derechos y más inteligente, importándole como trofeo mantener limpia la camiseta azul y grana para cuando el Fútbol Club Barcelona gana un partido.

Todos los días aparecen noticias de todo tipo, dedicatorias políticas y contenido social vomitada a través de las fauces de una virtualidad que ha conseguido tres impactos mediáticos, el de creernos todo lo que leemos, oímos y vemos, y el enterrar las noticias rápidamente, sin analizar la diferencia de lo que pertenece a una realidad que merece retenerse, o un terrible bulo que hace que lo admitamos sin más análisis para darlo por cierto por el simple hecho que nos convence a la primera.

Han pasado años en los que nos parábamos en un kiosko para comprar un periódico, leer los titulares y volcar nuestra atención en los artículos más interesantes o intentar acabar un crucigrama de tomo y lomo. Era una operación cotidiana, habitual, en la que incluso se relacionaban los vecinos con comentarios que coincidían en la hora boba, laboral, noña o nona, aunque fuese con una sonrisa espontánea, algo que hoy resultaría como un recuerdo de un pasado lejano, dado que el ordenador, el teléfono o la tablet que preside la mesa junto a un café con leche y un croissant, en cualquier lugar o en el sacro hogar, son los artílugios imprescindibles para conectar con la actualidad más viva y directa, la misma que puede ser incapaz de reaccionar ante una noticia de envergadura, pues la siguiente tendrá probablemente la virtud de ser más curiosa y llamativa, aunque tampoco descartamos convertir la señal Wifi como un arma arrojadiza instántanea para contestar las alabanzas y críticas con la mayor de las destrezas que compartiremos con los contactos y los adeptos.

Los tiempos han cambiado, nos hemos vuelto más comunicativos de puertas para adentro dominando el “chateo con mil errores gramaticales”, pero a la vez confirmamos que somos unos anacoretas empedernidos. Según las estadísticas aguantamos poco, dormimos lo que podemos y nos despertamos con ahínco cuando suena el “click” del teléfono, postergando la disciplina de recordar quiénes somos, hemos sido o lo que deseamos ser cuando salgamos vestidos por la puerta de un domicilio anónimo y ajeno, siempre en busca de la caverna adecuada y segura para formar una tribu.

Por ello tratamos de transmitir a quienes tienen la deferencia de retener nuestros mensajes, comentarios y delirios, la sincera invitación de ofreceros nuestra amistad, que aunque solitarios e invisibles, también estamos muy cerca a un simple impulso de vuestros dedos que seguro nos despertarán, lo suficientemente temprano para repetir que por muy lejos que “estés” ( ya te tratamos de forma muy personal ) nunca estarás solo si tu deseo es hacer “piña” con nosotros.


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