Nicaragua: sangre inocente contra la opresión

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Corre sangre inocente del pueblo nicaraguense debida a una ebullición violenta de protestas, que exige de Naciones Unidas una pronta intervención disuasoria que neutralice la perversión insostenible del dictador Daniel Ortega y su gobierno títere.

Cerca de 270 personas han perecido por armas de fuego descontroladas, algunos desaparecidos y miles de heridos en los últimos tres meses de disturbios en la Nicaragua del poder sandinista ( desde los inicios del levantamiento se han contabilizado 309 fallecidos), que han hecho que tardia y perezosamente el Secretario General de Naciones Unidas, haya emitido un comunicado de preocupación sobre la escalada de violencia desatada en el país centroamericano de 6.150.000 habitantes, que no ve todavía el cese pacífico de las manifestaciones antigubernamentales que se producen a diario en la capital Managua y en distintas regiones del país.

Daniel Ortega Saavedra, 72 años, Presidente de Nicaragua entre 1979 y 1990, y desde el 20 de Enero de 2007 hasta la fecha que continua a trancas y barrancas, es decir hoy 16 de julio 2018, es además el lider del partido político Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), un movimiento al que los Estados Unidos le permitió terminar con la vida de su antiguo cadete de West Point, además de dictador y verdugo Anastasio Somoza Debayle, en Asunción, Paraguay, país donde se había refugiado, cuando miembros perfectamente coordinados del frente sandinista lo eliminaron con cohetes y balazos el 17 de Septiembre de 1980, contando 55 años de edad. Curiosamente fue asesinado por un RPG-2 de fabricación soviética en la Avenida Generalísimo Franco, hoy Avenida de España, elevándole al infierno con un obeso cuerpo lleno de agujeros del calibre 7.62, lo que nos hace recordar que se están empleando similares métodos de emboscamiento pertrechado por el obediente ejército, policia y el cuerpo paramilitar de élite y armado convenientemente, que Daniel Ortega ha mantenido siempre al frente y que no tienen complejos en admitir que el 90% de las bajas han sido causadas por ellos, contra los 15 progubernamentales que han caído bajo la ira de los considerados oprimidos.

Daniel Ortega no quiere hilos sueltos, lo que le condujo a nombrar a su esposa Rosario Murillo Zambrana, escritora y profesora, a la vicepresidencia en un claro ejemplo de nepotismo y sarcasmo en la presentación, así como a la titularidad asesora de renombrados familiares que velan por no ver interrumpidos los negocios de un clan aferrado al poder con mano de hierro, que no tienen reparos en advertir que el problema se agrava por la tolerancia ejercida a unos terrotistas aficionados y golpistas de nuevo cuño en la escena centroamericana, que puede desembocar en un desorden de consecuencias impredecibles en el área latina.

Han sido 11 años de un régimen autoritario, al más puro estilo de revanchismo y depuración cuando las protestas estudiantiles se produjeron para presentar quejas documentadas para advertir que el pueblo por ende ellos también, estaban pasando por uno de los momentos económicos más cruciales y angustiosos de su historia, consiguiendo como respuesta lo que hoy están experimentando las calles con un alto grado de crudeza e intimidación autoritaria elevada al más alto grado de represión.

Si Naciones Unidas no interviene y no hace nada al respecto en Nicaragua, presentimos que va a crecer un nuevo modelo de rechazo y lucha inspirado en los otros padres de la patria y la ideología sandinista que fueron compañeros del actual Presidente, Violeta Chamorro de 88 años y Ernesto Cardenal de 93 años de edad por citar dos nombres, quienes tenían y esperamos mantengan muy claro que el poder corrompe y la gratitud de la liberación en su día puede transformarse hoy en una revuelta por la decepción acumulada y el incumplimiento de promesas que han quedado encharcadas y disueltas en papel mojado.

Daniel Ortega debe desistir en su empeño tiránico y dejar que el protagonismo de su persona como viejo líder de una exitosa revolución en el pasado, evite quedar inmortalizada para siempre por quien podría sustituirle en la ficción como actor, refiriéndonos al panameño Ruben Blades. Oído al dato para quienes teorizan en otro tipo del descrédito subliminal con una conspiración fílmica como guión, en la que se pueden alzar personajes todavía vivos o destruirles sin compasión por una conducta política víl y despiadada..

La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía.”  Simón Bolívar

 


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