Oda a los primitivos delincuentes y otros falsos mediadores de las oportunidades

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Cada día se acentúan más los clásicos timos y estafas en el mundo, quizá debido a que la pandemia en su versión del “coña-corazón-virus 19.0” tiene permisividad sanitaria para contagiar a las gentes con unas altas fiebres que provocan la tontuna y el descuido, que no dejan de aparecer en el transcurso del confinamiento mental o parásito por imperativo y con distanciamiento social incluido, para dedicar una buena parte del más tiempo cosechado que se dispone, implicado en ver y repetir más series televisivas, también para “enamorarse” con ojos ciegos de besugo taciturno por internet de personas, electrodomésticos innecesarios, viajes de ensueño imposibles, ropa y cosas, vehículos que por moda en su mayoría se ofertan eléctricos a modo de ganga ecológica abaratada en todo el mundo, que pueden terminar en el carrusel de determinadas poblaciones desérticas sin casi equipamiento y en donde la electricidad se corta con una velocidad de espasmo, tal ocurre en determinadas poblaciones de la República Dominicana y en la España manirrota del tolerable progresismo de sus extrarradios, marcados por una delincuencia insostenible que para hacer crecer la marihuana y el menudeo la empalman directa e ilegalmente al cable de la energía y al conducto del agua del río Ter o el Canal de Isabel II, sumándose al desorden la “okupación” de viviendas gestionadas por mafias de cretinos, que empieza a ser alarmante por no poner coto la judicatura y no modificar una ley absurda en la que después de allanarse una morada y transcurridas 48 horas, se permite el caos y los disgustos de propietarios atónitos que lo tienen cada vez más difícil para defender su propiedad de ladrillo, si no es a golpe de saltarse su paciencia honrada, agarrar un martillo para derribar su puerta vilmente ultrajada, determinando emplearse en la reivindicación de sus derechos vejados sin encomendarse a santo redentor alguno con el uso de una barra de hierro, una cimitarra o una katana.

En todas partes cuecen habas máxime cuando existe un club de piratas, que alardea y se manifiestan como mastines peligrosos del engaño en algunos países caribeños y sudamericanos, achacándoles que son unos desaprensivos, “trileros”, “troleros” y quema esperanzas de ilusiones, muchas de ellas cimentadas en el ahorro, el crédito sin hipoteca y necesario para hacer realidad una necesidad o un sueño concreto en el sector inmobiliario, no siempre corresponden en su mayor número proporcional a la verdad y si a la amenaza de una estafa visiblemente experimentada de mil formas distintas para caer en la trampa, pues aparece un contingente incalculable de desaprensivos misteriosos como intervinientes del corretaje, no siempre locales, autóctonos y si residentes extranjeros por obligada huida causada por hechos fraudulentos acumulados para no perder sus vidas en sus lugares de origen, radicados y escondidos y así creer estar a salvo en y desde cualquier parte de la geografía internacional, que desde el anonimato de la personalidad encubierta y de la propaganda camuflada, facilitan a los “interesados” retales de copia, pega y secuestra imágenes convincentes que plasman las fotografías retocadas e invertidas que presentan allá va un baño desconocido, aquí una cocina envidiada, un salón esplendoroso, y un precio idóneo que nunca es un regalo, utilizando las redes sociales propagadoras de la llamada latente mediante portales especializados, lanzando sus tentáculos en el éter poco comprometedor y sancionado, cada vez más fecundado de proyectos irrealizables, apartamentos con vista al mar y “chollos” con piscina de película, creyendo que son más listos, perspicaces y astutos que Lepe.

Redactado lo anterior es aquí cuando se equivocan a menudo esos malandrines y hadas madrinas, quienes con cara de cemento armado y todavía el liquido de la ebriedad en sus labios, siguen queriendo aprovecharse de unos contactos caídos en sus redes, a la par desconocidos y sorprendentes que pueden tener peor tragaderas ante fenómenos paranormales que llegando a ser estériles, deciden no pasarlos por alto por puro y simple aburrimiento que busca entretenimiento, armando venganza al tiempo perdido ocasionado por esos imbéciles de verbo fácil, comercialmente seductor y frustrado, para dejarles claro que no hay peor consecuencia para ellos que darse de bruces con incorregibles vehementes que no aprenderán nunca por seguir pistas que no servirán para mucho, afectados de una locura transitoria que les hacer buscar sin precipitación, a quienes se burlan del sentido de la responsabilidad mal entendida y de un principio ético que da contacto al rechazo de las malas intenciones en lo que a inversiones se refiere, etiquetando a los irreverentes maestros del engaño por no saber conducirse en este “scalextric” en el que intentan participar esos velociraptores de una vida que cada vez más se acerca a un primitivismo paranoide e inadecuado, desgraciadamente todavía recorrido por muchos corredores en los campos de cebollas de las oportunidades, que a la postre serán lacrimógenas sus pisadas si el error tiene firma, transferencia en número de cuenta o pago con dinero negro.

“Omitir las verdades no es otra cosa que una variedad refinada de la mentira .”

Almudena Grandes

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