
De los gobiernos que nos ningunean, que predican sin ejemplo y que prefieren que la lata de sardinas de la inmigración no tenga caducidad.
¿ Existe una regresión en el tiempo ?, ¿ Estamos viviendo una nueva era de retorno a las cavernas ? ¿ Estamos padeciendo el síndrome de Estocolmo, cuando se recortan libertades y no protestamos por el hecho de padecerlas ?.
¿ A dónde vamos cuando morimos, y a no ser que hayas optado por el suicidio con cinco botellas de mal aguardiente y una cadena que lastre un peso de 50 kilos para asentarse en el fondo de unas aguas protegidas con un manto oscuro ? .. seguro que al cementerio. Así es como con imaginación y sacando conlusiones se nos va a ir al garete el tan alabado estado del acomplejado bienestar.
En otro instante de la vida en la que la conciencia política formaba parte de la formación humana, no nos importó demasiado cuál sería el destino final de nuestras convicciones, muchas de ellas ficticias. Viviamos en un mundo feliz. Ahora, debe ser moda, nos dejamos llevar por nuestras propias conclusiones y predicciones, y nos ahuyentamos de los desaciertos gubernamentales, sin combatirlos en el campo de batalla de la razón, contra aquellos que creen ser más inteligentes que los demás.
Nos engañan, y lo harán siempre, esos intocables a los que les hemos dado el poder absoluto de legislarlo todo sin consultarnos lo más elemental que merecería un consenso general, o por así decirlo, una enmienda a la totalidad de medidas que desfavorecen la voluntad de una ciudadanía que empieza a estar hasta los cataplines de tanta falsedad, en la que se pretende convencernos de que vamos dirigidos a un falso paraíso o al más solitario desierto,dependiendo de quien pueda dar el pistoletazo de la salida del descrédito en la próxima convocatoria electoral.
Nos quejamos, nos lamentamos, protestamos en las calles durante tres horas y después replegamos las pancartas y las banderolas y nos vamos a casa a ver si salimos en la televisión. Mientras tanto los que nos han prometido un mejor bienestar, la reducción de impuestos y una subida real de las pensiones, se sientan en cómodas sillas de un restaurante privado con menú de envidia y cuenta pagada por el erario, para con preocupación simulada preguntarse entre si mismos.. ¡ que tal, que te ha parecido ¡ ¿ Cómo lo has visto ?, ¿ Llegaremos a darle la vuelta a la tortilla y volveremos a reinar en el hemiciclo, en el que las fieras se han calmado y a las otras con paciencia y con el latigo de la indiferencia las estamos domado ya ?.
Y mientras tanto, un mantero muere de un infarto. Se levantan en pie de guerra los vecinos del barrio y se encaran a los inmigrantes que les siembran las calles de productos falsificados y de droga que atonta y después mata al imbécil enfermo suicida que la busca cortada, adulterada y envenenada, a la vez que los morenos gigantones se crecen y amenazan prendiendo fuego al mobiliario urbano, destrozando vehículos y escaparates, defecando en los portales y vociferando a pleno pulmón que los españoles somos racistas, cosa que no es verdad, salvo indignos ejemplos que muchos habrá, encolerizando a la comunidad de Lavapies (Md), algo que consiguen frecuentemente sin que nadie les pare los pies, atemorizando a una población envejecida que ha vivido toda su existencia castiza y que tiene todo el dia para ver que la degradación no se impide, a pesar de una actividad policial que se frustra, por cuestiones de índole político de los acobardados que se escudan en los derechos humanos, y un ideario de protocolos municipales editados por el diablo con un prólogo de Santa Teresa de Jesús, lo que les niega ser más expeditivos con aquellos que deberían ser deportados de inmediato, para que entre ellos mismos se hagan todo el daño que quieran, pero no en el suelo que por nada les sigue dando de comer.
Sin duda, tenemos la Ley de brazos abiertos que nos merecemos, a pesar de seguir soportando la ira de los desarraigados que no han sido capaces de levantarse contra sus tiránicos dirigentes africanos en su país a base de uñas y dientes si fuese necesario hacerlo, y vienen a Europa a demostrarnos que son mucho más valientes aquí que en su olvidada tierra de origen, utilizando el ardid impregnado con el interminable discurso de la xenofobia penitente, y la comprensión de muchos advenedizos al simulado sistema, que creen sin demasiado empeño, que nuestros temores son infundados y son el espejo de la prensa, la televisión y las redes sociales.
España se muere de apatía, envejece, languidece, la juventud altamente cualificada se marcha, y el Fondo Monetario Internacional nos aconseja más inmigración para completar el ciclo de revitalizar unas pensiones de dudoso crecimiento e incremento económico, en el que se van a gastar más en el papelito de informar, el sobre y el envío, que los dos euros últimos que han aumentado al mes.
Si todos los países de una Europa van camino de convertirse en una residencia senil, la pregunta sería si no sería más adecuado establecer cupos por empatía lingüística, y que los países de Sudamérica y el Caribe Sur no tuviesen tantos impedimentos para demostrarnos que podemos repartir beneficios y obligaciones dentro de una convivencia más comprometida y afortunada.
Y en el supuesto de quienes cometan fechorias, imitar la agenda de cupos que tiene USA para deportarlos sin tanta misericordia ni tanto empeño en demostrar una Ley de Garantías, que en ese aspecto se convierte en una lata de sardinas que ha cadudado hace mucho tiempo, y que cuando se abra, seguro olerá fatal.
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