El “procés”: España no reacciona como debería en defensa de sus intereses generales

Cataluña

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Cuando los frustrados, viendo que la balsa se hunde al final de la película, deciden tirarse al monte como único remedio para evitar ser definitivamente cazados.

La conclusión a la que llegaremos si ésto del “procés” o lo que ya sea o reconozca la Real Academia Española como complementario a la definición popular que lo aclaman, veneran, dilapidan o rechazan, convirtiéndolo en poco tiempo en un culebrón del que Nexflix sacará provecho con alguna serie sin final feliz y protagonistas, que además de ser malos actores quedarán olvidados para ser sustituidos por un rufián que desea luchar contra una lavandera centrifugadora de una colada que no termina de lavarse y secarse para obtener una limpieza brillante y seca, cuando llegue la hora de postularse como presidente/a de una inmaculada Generalitat, a la que se respeta menos que a un niño con un chupa-chup en la puerta de un colegio, que es tentado constantemente por un defenestrado camello llamado Puigdemont y esos adláteres con caras de pena que le siguen a todas horas a cualquier parte.

El “procés” se sigue manteniendo al alza, con vivos llamamientos, y los chinos comerciantes que  son, venden esteladas y retales amarillos a porrillo, que les han hecho forrarse en agosto y antes de empezar la “Diada” del 11 de septiembre sin duda acumularán más facturación de la prevista, logrando en parte que un ejemplo inmaduro que se empeña en ser una prueba de fuerza definitiva en el reino de los cielos catalanes ocupados por la desidia ibérica, sin afiche todavía ilegible de los despropósitos y las anomalías, sean considerados los causantes de una desorganización tal que en principio se presumía capaz de dar garantías y responsabilidad de los actos realizados, antes de que se retome la idea de qué al final de perdidos al río, en espera que llegue algún barco de suministro a tiempo con recursos financieros, esperanza renovada y sobrados aros salvavidas.

Los proscritos, que nada tienen que compararse con Robin Hood, son insatisfechos y descarados por voluntad propia de una política apocalíptica de roedores contra sabuesos, pero que extrañamente siguen captando la atención de quienes pocos les interesan sus algaradas y bravatas, obligándose a refugiarse, como huídos que son de la ley española, que no se entiende que con una legislación qué inexcusablemente todavía, les permite seguir tirando de la manta y la lámpara de Aladino con los mandos de una velocidad imprudente, afiliándose al recurso de amparo que ofrece la jurisprudencia de otros países que sin ser adyectos o empáticos, demuestran que tales nominados no pueden enfundarse calcetines con agujeros que no fueron confeccionados para ellos, por lo que también deberíamos empezar a deducir que nos toman por esos lares allende los Pirineos, como el pito del sereno por creer que pueden ser los constitucionalistas, incluidos algunos millones de catalanes, más tontos que un zapato con cordones sueltos por los que tropezar cuando hay que andar con pies de plomo, pues la fractura de la sociedad se manifiesta como una contienda de irreparables consecuencias, que no arreglará ni siquiera Sant Jordi.

Que el Puigdemont y sus mecenas y otros jinetes del apocalipsis hayan decidido demandar al juez Llarena, teniendo en cuenta que el gobierno español va a destinar más de 554.000 € para su defensa en Bélgica por haber sido demandado por el ex-vicepresident, es un motivo más para desarmar a quienes financian estos dislates de cuño falsificado, lo que nos mueve a preguntarnos otra vez de dónde demonios saldrán los dineros para asumir costas por el hecho de admitir qué, admitamóslo, se pierden más allá de la espesura de la coherencia de un caso paradigmático, que no deja de sorprendernos cada día que pasa, no percibiendo una repulsa popular por ponerle freno definitivo a ese tren que se estrella, para al menos pronunciarse claramente qué ejemplos como éstos y con esa clase de pasajeros, son los que se indignan a admitir derroches imprudentes cuando España tiene un cuerpo diplómatico que ya debería haber negociado o negarse a ser chantajeado, ninguneado por unos personajes oscuros que desde hace tiempo redactaron un guión de intenciones para todos los públicos, sin utilizar la versión original, porque tampoco nadie la entendería en el patio de proyecciones de un film de terror de decadentes resultados empíricos, que la crítica internacional ya lo declara como un fracaso, obligando a los aficionados a la interpretación a tirarse al monte y vivir como nunca se imaginaron, mientras les sigan untando con una gratificación económica y cómoda vida, en la que solo hay que enseñar los dientes y mordisquear de vez en cuando para hacerse temer, mientras el pito del sereno siga resoplando por doquier a la espera de una sentencia perecedera en los anales de una justicia que ahora tiene los dos ojos ciegos para no verse involucrada en lo que se nos viene encima cuando la Audiencia Nacional con más talento y energía, creyó a pies juntillas que el 155 era el número de la suerte para terminar con el “procés” y la incontinencia extrema de un pueblo que se atiza con puñetazos, salibazos y piedras.


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Comentarios

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1 Comment

  1. Sinceramente he llegado a pensar que es un experimento para ver hasta dónde y cuándo aguantamos la gente… los enfrentamientos ya comienzan, los ánimos están más y más crispados (inducidos o no, ésa es otra cuestión), pero es triste ver cómo la gente puede llegar a pelearse, pegarse y llegarán a matarse seguro…. POR UNOS RETALES AMARILLOS, que algún listillo de político sacó de la manga.
    No son presos políticos, sino politicos presos!
    Cómo somos de tontos y fácilmente manipulables los ciudadanos de a pié!! Y qué tranquilos y bien viviríamos SIN políticos que nada solucionan y todo lo enredan.
    Ah! El lazo amarillo es la que representa el Cáncer de Huesos/osteosarcoma (uno de los más difíciles a tratar dicho sea de paso). Allí lo dejo.

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