
Se acerca una recesión económica e imparable en el mundo, y no existen recetas ni milagros para impedirlo.
Breve reflexión para entender algo sobre la economía doméstica y la naturaleza del gasto – ahorro de los humanos que la emplean como salario inagotable o demasiado accesible.
Nota : Este artículo no ofrece soluciones ni hace recomendaciones pues la información no es superfícial, y lo que menos intenta es coincidir con aquellos brotes discordantes que la pongan en duda como teoría.
Se acerca una imparable tormenta en forma de recesión económica, más terrible y destructiva que la anterior, y sin embargo muchos agentes sociales que la intuyen, políticos, sindicatos, filósofos, matemáticos, empresarios, autonómos, economistas y psicólogos, no alertan para no crear un clima de insobornable pánico, aunque tampoco se preparan para atender la aparición de una nueva generación de mutantes que la crisis generará. Y mucho menos el “gobierno” de España que ni está ni se le espera, más preocupado en defenderse de los ataques infantiles de la oposición que en la urgente necesidad para estudiar soluciones de choque ante la magnitud de un gran problema real que sucede regularmente, más tarde o más temprano, y que la experiencia por revivir una lucha por haberlo afrontado antes no sirve para nada, al parecer por falta de memoria histórica, empuje, confianza o un temor al fracaso cuando pueden ser escarnio al ser considerados visionarios o escasamente comprometidos por su evidente falta de destreza ante lo inevitable que ya se acerca a grandes pasos.
Se puede ser tonto y quienes te ven todos los días pueden entender lo contrario, y es así como se ve la economía doméstica alojada y alejada de la macro-financiera, en la que las familias siguen recibiendo el sustento mensual a través de las nóminas y un flujo de comercio interno habitual que cuesta adivinar cuál es su saturación a corto plazo, percibiendo los pulsos dinámicos de una banca que sigue exprimiendo al accionista al mismo tiempo que capta los impulsos de ahorro y gasto del país, lo que ha hecho que se analicen sin dilación los incumplimientos por mora de las tarjetas de crédito en suma y severa precaución, que no deja de ser un preaviso de la situación que se aproxima, los impagos de hipotecas y definitivamente el aplazamiento de importantes deudas de la industria que no se pueden frenar si el mercado se estanca o se contrae, o en su dimensión la inestabilidad de la bolsa de valores carente del negocio de una especulación, lo que reduce el fortalecimiento de las empresas y su interés, que en ocasiones y siempre a la baja terminan convirtiéndose en rehenes de los fondos de inversión.
Todos los indicativos anteriormente destacados, considerados como los más contagiosos de una economía de mercado interno, confluyen en una globalidad al determinar una política de riesgos que en principio son invisibles para la gran mayoría de mortales clasificados como empleados, que asumen sin estar informados los flecos desordenados entre acreedores y deudores a otro nivel superior, originándose un detrimento focalizado al síntoma de cansancio por abordar la competitividad, registrándose una reducción de las oportunidades de comercio por la falta de un consumo desigual, al que la estadística terminará por denominar anormal hasta la consideración fatídica de una clara y evidenciada recesión en un plano mundial.
La primera alarma que se produce en una economía de escalas que va camino de la desesperanza, proviene de los índices de paro laboral, que nada tendrán que ver con la merma técnica causada por la temporalidad de los servicios, ya sea el turismo por ejemplo, que tampoco dispondrá de resonancia manifiesta al igual que la contratación puntual en las etapas navideñas, que reduce la inactividad por breve tiempo y no debe ser punto de inflexión para ejercitar una añadida presión al tema.
El primer detonante para no sorprenderse de la escasez o sequedad en la oferta de empleo, es sin duda la observación de la fragilidad personal del probable afectado y de su entorno, ya sea familiar, vecinal o profesional, apreciando un cambio de actitud acomplejada y distante relación social, y según la edad avanzada del “tocado” por las circunstancias, se notará un rictus de horror en su faz, una entrecortada conversación que se dispersará con vehemencia en otros temas, cuando entremezcla y expone sus predicciones laborales y nula confianza en el presente, y es entonces cuando los demás empezarán a pensar : “ Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar ”.
Si tu conocido/a la reconoces como una familia de 5 integrantes, que compraba ayer en la frutería 5 manzanas y hoy 3, probablemente los padres se inhiben del postre para ahorrar, dejando inalterable por el momento la que consumen los hijos, atribuyendo lo que sería un simple y quizás pueril mensaje indeterminado como ejemplo al cosechar una sensación de precariedad sintomática en la compra alimentaria, que puede desarrollarse diariamente como sistemática y con otra proporcionalidad en otros productos mercadológicos de primera y básica necesidad, necesarios para equilibrar la balanza de un consumo equitativo y racional que coincide en cumplimentar los parámetros de sostenibilidad ante un ineludible IPC (índice de precios al consumo) que en la mayoría de los casos abarata unos productos para encarecer los servicios y el aumento de impuestos indirectos.
La principal probeta de ensayo de la salubridad de la economía real, práctica y humilde en la comprensión, se establece en el inicio de la dolencia en un centro de atención primaria, que no deja de localizarse en un mercado público de barrio, pues todavía no se percibirá lo suficiente en su gran generalidad apreciativa de lo que puede suceder, si nos dejamos influir por inconsistencia de las venta de automóviles y viviendas, ya que esos productos tenían su presupuesto de necesidad era ponderada o se habían realizado con anterioridad por la decisión de asumir los pagos iniciales, sin llegar todavía a dilucidar la urgencia gubernamental de ir al hospital con área de quirófano, en la que se tratará de extirpar los cánceres de insolvencia económica en su medida profunda o preventiva de las operaciones, motivando los ajustes necesarios para afrontar la crisis ya detectada a todas luces.
Por todo lo expuesto y dentro de la brevedad que probablemente repudiarían los eruditos y doctos de la economía universal, el simplismo del clérigo pensador británico Thomas Malthus, no sería suficiente para dar una explicación coherente y si polémica y precipitada por el tiempo que no es el mismo y los condicionantes son también algo distintos, ya que abundaba que los límites naturales del espacio y el acceso al alimento son los principales obstáculos, precisamente por el crecimiento de la población que insiste en ser menos numeraria la oferta que la demanda de trabajo, máxime cuando se duplica cada 25 años en una progresión geométrica difícil de asumir si no es controlada brutalmente por una epidemia o guerra. Como inicio a la disparidad de opiniones es un comienzo, muy especialmente si se sigue leyendo a continuación nuestro argumento :
Argumento que se define como interrogante si nos adentramos en la paradoja de cuando España requiere de más inmigración para atender las prestaciones sociales y de jubilación a medio plazo, mientras a la vez se hace imperiosa la necesidad de hacer disminuir las elevadas tasas de desempleo, provocadas por una reducción en el mercado de trabajo ya repetido, la falta de productividad, un absentismo provocado o permitido, en donde aparecen y sin sorpresa la robótica y las nuevas tecnologías, que imposibilitarán una progresión aritmética favorable a la creación de riqueza mínima para un conjunto desfavorecido que por cultura o naturaleza se inhibe de acotar y aceptar sus limitaciones, ya sea condicionalmente por escasez de las oportunidades, edad y falta de especialización profesional que colateralmente no ayudan a paliar el problema.
Se sigue insistiendo que falta inmigración para hacer frente a las prestaciones por desempleo y jubilación, toda vez que no se hacen las operaciones aritméticas y los deberes para intentar intervenir con sapiencia inusitada y atrevida para resolver el origen del enigma, o dar explicación al libre albedrío de una complejidad, arrendada a las decisiones humanas por alterar, en un momento dado unas decisiones que influyan en mantener una corriente de implementar rápidas soluciones a los imponderables, lo que nos hace pensar que invertir para conquistar el espacio y el llegar a otros mundos, no dejaría de ser un parche de ilusión metafísica para prolongar una normalidad en los biorritmos de una larga serenidad social y auge en otros campos de la producción. Carl Sagan hubiese estado de acuerdo cuando manifestó en una de sus muchas citas :
” En algún lugar, algo increíble está esperando a ser descubierto “. Y la exploración tiene un coste significativo de inversión para proyectar y fabricar los medios necesarios para lograr que el objetivo se convierta en un éxito.
Ni las tasas de inflación son determinantes para suponer calmar las ansiedades por neutralizar las prioridades socio-económicas, y ni tan siquiera podemos fiarnos del epígrafe de crecimiento por los índices de su aumento en la variación porcentual del PIB ( Producto Interior Bruto ) real en un período anual, cuestión que abogaría por renunciar a las tendencias de Keynes e incluso Marx y Engels, para entender con la ligereza de comprensión pertinente, que a mayor exposición de útiles y “recambios” menos favorece la venta de materias primas y productos semi o acabados de última generación, lo que significaría una lentitud fluctuante que exigiría una adaptación drástica para realizar un estudio prioritario de “arreglos” para atender a los damnificados en las variables constantes de cambio de quienes no pueden superar la barrera de atender un trabajo indefinido, que cada día más requiere de un conocimiento tecnológico validado o accesible para una incorporación inmediata del seleccionado, nada fácil por la escasa convocatoria empresarial, y que en ningún caso pueda ser excusa encubierta y costearse con el irreversible aumento de impuestos aplicados a rentas y servicios.
Dicho ésto y de entenderse la extensión de nuestra premonición, anunciar de inmediato que se avecina sin remisión una de la recesiones más importantes y dramáticas de las vividas hasta el presente y en pleno inicio del siglo XXI, en la que simplemente se constata la ausencia de dinero en un mundo que ha derrochado más de lo que podía, haciendo que la imprenta se quede sin tinta para la emisión de moneda barata, lo que hará, además de otros desastres, y por ser algo frívolos por quitar hierro al asunto, que los hijos de treinta y tantos años seguirán viviendo en las casas de los padres, disfrutando de sueldos de cebolla y lavativa si tienen suerte, y la que el exceso de letrados, por indicar un modelo de estudio comparativo y ejemplo, que muchos surgidos de las aulas aspirarán a obtener una plaza en la administración pública, bombero o policia, un puesto de confianza o un cargo político en un viejo o recién creado partido político, creándose un lumpen de adustos y provocadores intervinientes de un proceso decadente, además de los que nunca han estudiado o han trabajado, que englobarán una masa de zombis distraídos por un teléfono móvil obsequiado por los derechos humanos, frente a una televisión de series fantásticas con héroes virtuales a los que imitar mientras sueñan, y sus progenitores padeciendo pesadillas infernales sin asumir que están envejeciendo antes de tiempo por la inmensidad de sus constantes preocupaciones.
La sucesión de casos aberrantes, padre mata a hijo, hijo mata a madre, amigo lanza al aire a niña estrellándola en el suelo y después se suicida, ex – marido/esposa o compañero/a mata a hijos y después se elimina, etc, etc., no deja de ser una visión en la que la evasión por alejarse de una participación personal en la economía global que empobrece al desafortunado, materializa y penaliza hechos censurables y consumados, sin disfrutar de deseos inalcanzables, máxime cuando la drogadicción hace su aparición como sustitutivo de una medicación y una apuesta por la psicología de choque, muchas veces utilizada por un ingente de imberbes llamados profesionales, deprimidos que también requieren de ayuda alternativa y que por prurito o absurda notoriedad rechazan, prevaleciendo en sus modales una falsa y negativa modestia. Un terreno pantanoso que no debería engullir al sector de los analistas a todos por igual, aunque no reconocer a Freud y Piaget entre otros versados, por una gran mayoría de estudiantes ignorantes de la personalidad requiere menos arrogancia y mucho perdón.
Para entender la relación, la causa y efecto de la tristeza que se apodera de una sociedad molesta consigo misma y una economía trasnochada e impasible por su impenetrable acceso, hay que retrotraerse a la curiosidad por saber que muchos solitarios invisibles y sus familias mas directas, amigos y conocidos a los que admiran, aparentemente gozan de vehículos llamativos de alta potencia y precio, vestimentas caras e informales, perfumes para dejar rastro, mientras en sus casas viven con frigoríficos medio vacíos, muebles envejecidos y lastimados, ningún cuadro en las paredes y muchos menos libros en las estanterías, cubiertos oxidados, poca limpieza en las estancias, baño y cocina y mucha impaciencia por dotarse de un iPhone 8 plus ( a incluir en el curriculum vitae que “mola” mucho ) 500 megas con un wifi que llegue hasta el ático del cielo y sea la envidia de la escalera donde conviven sin conocerse con sus vecinos de enfrente.
Existirán dos tipos de recesiones, la económica y la mental, una unida a la otra puede ser sustitutiva si se regenerá el pensamiento para evitar la falta de voluntad, adquiriendo un principio de arranque en el análisis de las posibles respuestas que aunque enfrascadas en un envase con la etiqueta “placebo” jamás serán utilizadas para confundir la realidad aplastante que hemos descrito anteriormente. Por separado, un melón y una neurona vacía y dejando que los “alquimistas con afición de magos con la asistencia de otros malabaristas ” permitiéndoles que sigan jugando, simplemente el caos.
Be the first to comment