
… y así sentada con una copa de cava frío en el atardecer de un sábado de agosto, con aún 31 grados a las 7 de la tarde y con mosquitos tigre revoloteando a mi alrededor, a pocos días de cumplir 54, celebro con música variada y el sonido de pájaros e insectos en el fondo mi soltería, y pienso que la eterna búsqueda de la pareja perfecta está sobrevalorada.
Estamos demasiado influenciados por las opiniones generalizadas de la sociedad, por la publicidad que nos muestra un mundo feliz en pareja y familia, añadiendo a la opinion esos familiares cercanos o alejados que presionan, y… desgraciadamente por nuestras propias mentes que de vez en cuando nos recuerdan y nos comunican en secreto que estar solo no está bien visto. Craso error en realidad. Es pura envidia lo que tienen los demás ¡, o una simpleza de acomodarse desde siempre a a rutina y a la falta de improvisación por modificar y tomar una decisión distinta a la establecida.
Vivir solo o sola (quizá debería poner “sole” por lo del neutro) no significa sentirse solo y enredado en una telaraña temiendo una indestructible agonía. Significa que uno puede vivir feliz consigo mismo, lo cual es realmente importante para poder ser dichosa con otra persona.
Vivir solo o sola, no es aislarse, es simplemente disfrutar de uno mismo, de tu tiempo, del crear el ambiente que se te antoje, de tus cosas, como poder decidir qué ver en la tele o sencillamente no pulsar la tecla, que hoy toca día libre de caja tonta y disfrutar de la música que te guste al volumen que tú quieras sin molestar a nadie.. poder decidir qué comer y en qué momento, o en muchos casos no preparar nada si no apetece. No tener que discutir sobre qué película ir a ver en el cine o entrar siempre en compromiso social por no tener ganas de debatir el monotema o lo que suele ser lo mismo de siempre.
La vida soltera es mucho más sencilla, y sobretodo a cierta edad, cuando ya has estado viviendo en pareja y lo has intentado más de una vez y ves que no llega a cuajar… uno opta por quedarse sólo y disfrutar de los amigos, y salir esporádicamente con alguien interesante con quién conversar y reír un rato, sin compromiso alguno, únicamente pasarlo bien y después un : hasta otra ocasión ! y tan amigos.
Tengo una inmensa suerte, y no ceso nunca de decirlo, de seguir siendo amiga de mi aún marido (casi 30 años de pareja) porque acordamos que era mejor no divorciarnos aunque sí vivir separados, respetarnos y saber que nos tenemos para cualquier cosa, ya sea para hablar, llorar o reír, pero ante todo llevar las cosas civilizadamente, porque es verdad que a veces nos complicamos la vida tanto, y sin ninguna necesidad. Las cosas son mucho más simples y cuando nos damos cuenta de éso, la vida se lleva de otro modo y caes en el detalle de que el tiempo es efímero, vuela y desaparece que no merece regalarlo sin más y sin ningún verdadero entusiasmo.
El estar enfadado o malhumorado o en desacuerdo por tonterías, ya que al final son siempre bobadas, acorta la vida. Y como nos vamos a morir todos, ya seas feo o menos guapo, lo único seguro en éste mundo es llegar a la conclusion de mejor pasarlo bien sin malos rollos y complicaciones ajenas que nada contribuyen a la asepsia mental a la que deberíamos aspirar en todo instante.
Es verdad, que a causa de no estar divorciada legalmente, una nueva relación en principio perfecta no salió bien, ya que me cansé de escuchar la eterna cantinela : “… pero sigues casada !, Cuando entiendo que éso no es ningún problema, o no debería serlo al menos, cuando ambos tienen sus propios ingresos y no tienen que depender económicamente uno del otro. Cuándo ambos tienen más de 50 y una vida pasada. Cuando no existe ninguna razón del por qué volver a casarse, o por la misma conclusión de que esa unión puede desmarcarse un día, radicalizarse y volver a entrar en barrena. Me pregunto entonces : ¿ dónde radica la diferencia en estar casado o no? ¿ Es sine qua non extender la exigencia de no poder seguir juntos ya sea por el hecho memorial de seguir casado/a ? Pues, parece que sí, y como NO pienso divorciarme y desde luego NO pienso tener que escuchar cada dos por tres la célebre frase que interroga mi voluntad de seguir con mi estado civil, prefiero vivir tranquila y sola, sin enfadarme por gillipolleces de niñato grande con metas prefijadas que no conducen a ninguna parte.
No, no me siento sola en mi castillo. No!, la soledad no me pesa en ningún momento. Si quiero compañia, tengo amigas, pero probablemente tengo un carácter solitario que propicia mi voluntario aislamiento y soy un poco “Juan Palomo”, por tanto no les estoy molestando mucho, creo al menos. Demasiado independiente para muchos, supongo.
Pero ciertamente no hace falta buscar como un enajenado a ésa persona que te tiene que hacer compañía porque sí, para no sentirse solo. O en caso de muchos hombres, para no tener que cocinar, limpiar e ir al supermercado, me imagino. Mejor decidir ser feliz con lo que tienes y VIVIR, que al final, si alguien tiene que entrar en tu vida de alguna manera, entrará cuando menos lo esperes, cuando el destino marque la senda todavía escondida.
Lo dicho, como solitaria invisible que muchas veces me siento, reitero que no me siento sola. La invisibilidad me va bien y la soltería también, es más, disfruto cada momento de mi libertad con ya casi 54 años y brindo con cava por ello.
Salud y buen fresco ante este caluroso verano.. solitarios invisibles.
Con afecto Pía D. (Correctora de Blog)
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