Sospechosos habituales, los de allí y aquí

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El ex-Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, no exento de críticas de su gestión de indomable cuña que rayaba en ocasiones la dictadura.. embadurnada por el clamor de un proletariado pasado de moda, se enfrentó a políticos de izquierda muy similares a la nueva hornada progresista que rige una buena parte del mundo, considerándoles sospechosos habituales de encender las llamas cuando se intenta apagar el fuego de los descontentos cuando éstos se encontraban en vías de negociaciones cuyo fin era beneficiar a todos y no a una parte radical y excesivamente camuflada del elemento provocador que bebe de la hiel de grupúsculos sindicalistas prevaricadores, que en ese país también los hay como en España, resistiendo desde su nombramiento como Presidente de la nación, una presión diaria que alimentaba las brasas del caos para conseguir algunos elementos discordantes participar del poder de forma más directa y oculta, amenazando siempre con utilizar la guillotina en las urnas que pudiesen cercenar el voto de los cada día más indecisos, provocando una abstención general si no se cumpliesen determinados pactos secretos que emborronarían el lema oficial de la República Francesa, es decir la Liberté, Égalité, Fraternité «Libertad, igualdad, fraternidad» y que también comparte con menos orgullo la República de Haití en la ex-colonia gala de la isla La Hispaniola.

El sistema parlamentario en Francia es bicameral y está compuesto por el Senado francés, “Cámara alta” con 348 cargos electos, y la Asamblea Nacional de Francia que compone la “Cámara baja” con 577 diputados, produciéndose en el seno de dichas instituciones verdaderos llantos de quienes con sus interferencias alentaban a una turba de dinamiteros sociales, que no pudieron triunfar en sus aspiraciones gracias al empeño argumental del legitimado Nicolás Sarkozy que consiguió una votación favorable, lo que le hizo subir a continuación al atril para agradecer la confianza y de paso “soltar” una repulsa de las que hacen historia y que hoy, dados los acontecimientos que se resaltan empezando el año 2020, conviene recordar y transmitir, que en el caso español, sin perder actualidad, podría haberle dedicado también el orador al actual gobierno socialista-comunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en comandita.

” Hoy hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. De esos que el pensamiento único es el del que todo lo sabe, y que condena la política mientras la practica. Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura: Desde 1968 no se podía hablar de moral.  

Nos impusieron el relativismo: la idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes.

Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan era VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS.

Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una  izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.

Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo.

Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: se ha abierto una fosa entre la policía y la juventud: los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.  

Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo. Aman mucho a la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados. Adoran la periferia pero jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún invasor, pero no aceptan que se instalen en su casa.

Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la república. Y con el mayor descaro se lucran de los bienes del Estado, y montan hasta negocios con el dinero mal habido a la vista de todos de la manera mas cínica y escandalosa.

Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos. Estos se ganan haciendo valer y respetar los anteriores “.

Nicolás Sarkozy


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