Toda una cuestión de elección.. o botas con espuelas o zapatos con adornos y lazos

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Hay que hallar la horma de nuestros zapatos para sentirnos cómodos y sacarlos a punta pies, pues de lo contrario nos callarán para siempre esos mentecatos y plebeyos aficionados a la política de cómplices sin testigos, luces y taquígrafos, que nos complican la vida utilizando un catón en vez de una constitución y las constantes comisiones de investigación para aumentar su facturación.

Creemos a través de este blog que al parecer no es indiferente a todos, que elegir en las urnas a los falsos, opacos y sutiles aprovechados e histriónicos peleles, futuros mangantes del sistema todavía decimonónico que siguen pululando por los pasillos de las instituciones con el esfínter apretado, que cuando consiguen alzarse con el acta de diputados, regidores, burgomaestres, presidentes autonómicos o simples concejales de cualquier ente ciudadano que exija tomar decisiones en pro del gregario, lo hemos convertido en un acto irreflexivo e indecoroso por no reunir más información sobre sus conductas, algunas depravadas y condenadas por la Ley, cuando eran inocentes y pasivos vecinos, lo que hace indefectiblemente que nos causen una herida de asimilación de un error por mantener activa, pero sin respuesta alguna, nuestra capacidad de aguante, comprensión y es justo decir que tienen suerte que la impotencia sea un valor a la baja que no se aprecia para tomar drásticas medidas al respecto, incluso contra sus “coronadas” personas con un coscorrón, como también sería adecuado sacarlos a “gorrazos” de sus infestas poltronas y madrigueras, como se hacía antes desde los tiempos del Alcalde de Zalamea, cuando de manera continuada hoy nos amenazan con estrechar y limitar nuestras libertades, condicionarnos a nuevos impuestos, con el único fin de dejar bien asentado que mandan ellos por consenso popular y que lo hacen astutamente por nuestro bien, después de aumentar sus desorbitados sueldos y otras prebendas ocultas en negocios de concesiones pactadas. Y es aquí cuando la pifian estos miserables advenedizos y ridículos, envidiosos del que tiene algo en propiedad por méritos propios e intentan hacerlo lo propio con lo ajeno que tengan a mano.

Con la excusa de la “plandemia” estos botarates, se preocupan en exceso de nuestra salud, cuando al parecer la suya no la cuidan, pues lo que recomiendan hacer ellos no lo cumplen, como es bien sabido que se ríen de sus ordenanzas de las que nos obligan a cumplir a rajatabla, so pena de elevar infracciones a los “despiadados” vecinos que los mantienen.

Hay que rebelarse, sin duda hay que darle algo más de crudeza a las peticiones honrosas para que intuyan que sus miedos no nos causan el horror que del pueblo esperan. Hay que mirarlos fijamente cuando se escudan con su verborrea y se encasillan en las normas y en una política corrosiva y puerca, que se la trajinan entre pequeños grupos para después elegir el alcalde “representante” de la libertad ficticia y repartirse entre los convenidos y juramentados en la habitación de una invasión silenciosa de los poderes ambicionados cargos en un juego de dominó, actuando en consecuencia y sin tanto pacifismo del que presumen de una educación exquisita pero ajena a ellos mismos, que debería ser un aviso de que en 1789 hubo una revolución en Francia, para establecer los derechos y obligaciones de todos y no de unos cuántos.

Nos estamos acercando a pasos agigantados al abismo del caos con el vértigo mezclado con la ansiedad inoculada, y no debemos buscar culpables cuando lo somos todos, unos por seguir hurgando para sacarnos el brillo de la imaginación que podría ser violenta, y otros por ponernos una venda para curar nuestra miopía, con el triste resultado de compartir una locura y dejar que en el camino de las brasas se quemen las suelas de botas y zapatos, antes de llegar al destino final, que definitivamente triste lo será. Y si no al tiempo, no es falta de optimismo es la cruda realidad que persiste en darnos un toque a diario de que este desvivir y la falta de confianza e ilusión, es el comienzo de la nueva era de la desesperación. Unos llaman a este tropiezo social “coronavirus”, otros apocalipsis y los cuerdos más irracionales, la extinción del ciclo animal pensante con cada vez menos coherencia y mucha irritación apagada, hoy la humanidad envasada al vacío, como ya sucedió en otros períodos ancestrales.

Y finalmente no podemos dejar sin considerar que muchos de los que deambulamos por desiertos y playas, solemos no tener la precaución de cambiarnos las sandalias del pescador, al insistir en pensar que toda rebelión social suele ser hija de la ignorancia, por lo que a muchos avispados les conviene hacer participar a la mano de obra inmigrante para primera línea en el frente de la violencia descontrolada. Una estrategía que no se restringe a la moderación y siempre organizada dentro de unos parámetros establecidos cerebralmente por la casta dominante y así, conseguir mayor licencia y permisividad para aprobar leyes restrictivas que supuestamente amparan un marco de legalidad y seguridad social.

La tolerancia que muchas veces se observa con rasgos de democracia (prefabricada) es una falacia, cuando lo que realmente se concibe es no verse desprotegida ni salpicada la zona de la burbuja espinosa en la que conviven directores del teatro de la política, sus familias y las ratas que en todo momento les acompañan, sin excepcionar a quienes desde la IA (inteligencia artificial) y tras el escritorio con una computadora, establecen los ritmos cardíacos de las revueltas entre bajadas y subidas de simetría bilateral, que reflejan el cómo y cuando se permiten las caídas en los fosos abismales anteriormente mencionados. Y eso señoras y señores, no es moco de pavo y si de gallina asustada.


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