
Sánchez 0, Torra 0. Un empate sin penalties
La primera reunión de dos jefes de gobierno, uno estatal (Sánchez), el otro autonómico (Torra), no ha concluído con un principio de solución al conflicto de escisión de Catalunya del resto de España, y ni muchísimo menos puede pensarse que la prolongación en el tiempo de abierta prorroga será considerada como una renuncia a conseguir que tarde o temprano el diálogo comenzado se comprometa con un referendúm, en el que por una parte se aferra el agraviado a que se mantenga en todo el territorio catalán y en la otra postura, se circunscriba a todo ser en mayoría de edad y/o con doble nacionalidad inscrito en el censo electoral español, en el que por supuesto también lo estarían los nacidos en Barcelona, Tarragona, Lérida y Girona.
Ya no se trata de que el Madrid haya ganado al Barça en todos los partidos jugados por 2 ocasiones triunfales, que hayan empatado 50 veces, o que los goles del equipo blanco hayan marcado 396 contra los 382 de los azulgrana, para empezar a pensar que ha podido llegar la hora del desquite en otro terreno de juego como debería considerarse a una política de porterias sin guardametas ni figuras extranjeras que defiendan unas líneas sin definir todavía. Sin duda se trata de consensuar aspiraciones distintas a las actuales para saber hasta que punto la gente “aficionada” es más importante que los silbídos de desaprobación que emite alocadamente, o el sórdido silbato del arbitro para controlar las faltas que contempla el reglamento. Una vez averiguadas las causas que impulsan a las gradas a manifestarse contra el equipo visitante, sería de recibo consultar a los aficionados contrarios si hay razón para ello, y así tantas veces como sea necesario, sin con ello se evitan enfrentamientos que únicamente la provocación acráta de unos jovenzuelos malsonantes pretenden dinamitar cualquier otro encuentro, en donde se pierde la honorabilidad por una conducta impropia en caso de que ambos grupos se resistan a conocer la verdad del dígase si es cierto o no, con pruebas periciales del siglo pasado y presente y no de una historia adulterada, motivada por lo que siempre debería haberse apreciado simplemente hoy, como el encuentro de dos equipos alabados en el mundo entero con colores distintos, pero jamás desposeídos de un “fair play”.
Lo hemos comentado anteriormente la idea socialista que es establecer un punto de encuentro generalizado y compartido con el panel de fuerzas políticas, y entre todas las comunidades para llegar a estudiar la posibilidad de crear un estado federal por narices o por pelotas, lo que en un principio la herída catalana quedaría como una cicatriz al descubierto, sin saber cuando decidiría volver a pasar por el cirujano para eliminarla, o bien como alternativa maquillarla con un tatuaje por el momento, en el que se alertaría que esa solución para empezar no estaría mal, a sabiendas que después, pasados unos años, habría que extirpar cualquier vestigio que vaya en contra de un proceso de independencia pasado por el “turmix”, harto desaconsejable si durante ese lapsus el “estado” ha tenido ocasión de revertir la anomalía con una colonización “ad hoc”, en donde mucho tendrían que ver la experiencia de unos nuevos jugadores en el terreno de un campo con nuevo césped y más amplío, el precio de las entradas asequibles para ver el partido y los espectadores, muchísimos de ellos ya envejecidos para
lucir lacitos amarillos y muy proclives a seguir manteniendo su agradecimiento a un nuevo y reciclado sistema de pensiones, urdido en una confederación estable que asume qué, vivir más cerca del mar es más caro, pero a la vez tiene mejores compensaciones tributables, además de un largo corredor del Mediterráneo que de una manera u otra tendrá que abonar fronterizo peaje si se facilita el acceso seguro de mercancías asiáticas al resto de Europa, porqué al fin al cabo todo es una cuestión económica.. ¿ o no ?.
Pensar es razonar, aunque en ocasiones cueste hacerlo, y el precio sea esperar algo más de lo imaginable hoy día. Todo dependerá de la paciencia y de los jueces que quieran hacer que el imperio de la Ley se cumpla, antes que permitir que se negocie cualquier plan que pueda eludir un principio básico del derecho constitucional.
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