
Algunas veces las locomotoras pierden presión para arrancar marcha atrás, máxime cuando las vías muertas dejaron la última estación con pasajeros solitarios e invisibles
Esta pensamiento a modo de oda o verso con poca rima, la dedicamos con amistad, cariño y respeto a muchos de nuestros solitarios invisibles, ya tengan nombre repetido y apellido rendido al seudonimato, en que si te das por aludido habremos conseguido lo esperado, crear dos minutos de reflexión para aligerar la mochila que portas incansablemente de un lado a otro, la misma en la que almacenas tus sueños y desconfianzas por mucho que pesen, pues rendirse cansado en estos momentos tiene un significado del que debes huir lentamente, pausadamente, respirando profundamente y sin espanto. Mientras tanto que entren todos esos influjos que un día los apartaste de tu lado, para enfrentarte con entereza y de cara a cara con tu destino, que no debes interrumpir a cada paso.
Por ponerle nombre a la estación, la llamaremos Andrea.
Andrea es un nombre propio común en muchos países del mundo. El nombre en diferentes países tiene un valor neutral y se utiliza tanto de masculino como de femenino.
Para decidir subirse al tren de la vida se tiene que saber previamente si es de corto o largo recorrido. En cualquier caso la voluntad de apearse en cualquier estación es una opción que muchas veces no requiere pensarlo mucho, si en el andén hay espacio para los que esperan hacerlo también y con idéntica intención.
El tren de la vida que intenta no descarrilar por llevar demasiada velocidad, para llegar antes a una estación en la que no hay nadie esperando a subirse repentinamente en su último vagón en una estación desconocida.
” Se me escapa el tren de la vida, cuando me doy cuenta que tengo mucha experiencia acumulada y tan pocos años recorridos, y sin tener ya tiempo de aplicarla tampoco voy a sentarme en la estación de los que siempre llegan tarde a ese último andén que te apartará del mundo sin desearlo “.
” Se me escapa el tren de la ilusión, que me ha dejado por equivocación en una estación rebautizada depresión, y ahora no sé qué hacer.. o ponerme a andar hacia un parada incierta, o esperar a que pase otro en cualquier momento, que no sé dónde me llevará, mientras no sea al final de esa vía estrecha que podría ser la del infierno, que quiero evitar como único destino “.
” Se me escapa el último aliento, cuando corro hacia donde no hay nada, salvo una vía muerta y un farol encendido, que todavía ilumina una mancha mental que hay que limpiarla de oxido, de una felicidad atesorada y olvidada que no me acompañará, si así lo deseo, mientras viva en mi mundo incomprendido y saturado de inclemencias y tempestades que nunca he soportado, confiando que al final del trayecto desconocido me encuentre entre los verdaderos amigos a los que todavía no conozco, que me esperan con la misma inquietud en esa estación a la que ellos probablemente no conozcan o hayan llegado tarde “.
” Se me escapa la vida que ha sido invadida por la cruel incertidumbre, desgraciadamente robando como pueda los recuerdos que sin acritud contemplo, sin sentimientos raros por no admitir que jamás fueron correspondidos, que ya es hora de dejarlos en esa bolsa del desconsuelo que debo arrojar de inmediato a ese río de aguas turbulentas, que no sé si venían conmigo o en el siguiente tren, lo que me dice que todavía hay esperanza para recuperarla mientras decido en que momento despertar de este sudario y angustioso letargo, que me puede conducir a una vía muerta donde ya no me encontraré ni a mi mismo.. al igual que ese tren que partió de una estación “desconocida” .
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