Una imagen en Haití que debe desaparecer de la visión mundial sin más dilación que exige la razón, impuesta por la paz y una democracia dañada por el error

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Un grito de libertad por alcanzar la esperanza de un Haití que no debe ni puede ser olvidado por la comunidad internacional

Desde día 7 de Febrero 2019 en el que se convocó la huelga general en Haití por parte de grupos que quieren alzarse con el poder cuesten las vidas que cuesten, el grupo autodenominado popular esta desbaratando cruelmente el país sin piedad alguna para las clases más desfavorecidas que ante el temor se han obligado a encerrarse en sus casas. Nos referimos a una población saturada ya de tanta deslealtad, opresión y manipulación y totalmente desprotegida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado haitiano, que insensiblemente tampoco tienen en cuenta el sufrimiento de las familias a las que les cuesta salir a recibir los rayos del sol de un nuevo día de paz y tolerancia que no llega.

La Liga Haitiana Internacional responde a la sinrazón y la pasividad

A la clase política ataviada con la casta calificación presuntuosa de senadores les empieza a fallar la razón y el corazón, siguiendo cometiendo mayúsculos errores sin ninguna justificación para para dar una explicación al exagerado gasto de sus consumos propios y otros injustificables utilizados para pagar a los delincuentes organizados para sembrar el terror y el caos, quemando pertenencias de los más pobres en su endemoniado recorrido, dejándoles una vez por otra en la más absoluta e intolerable de las miserias, dentro de un profundo nicho del que tiene la obligación de salir.

La Liga Haitiana Internacional en la voz de su Presidente, el Doctor Ocelouis Celestin, único interlocutor válido que puede tener el actual gobierno de Jovenel Möise y el resto de facciones opositoras, sigue animando a conseguir la paz y hacerle ver al mundo que nada se consigue con violencia, en este caso extrema e innecesaria y hacer desaparecer inmediatamente la humillación de un pueblo que no se merece tales despropósitos surgidos en aras de un conseguir el “trono” en el juego de la esclavitud que nunca más se logrará alcanzar, por mucho que el vandalismo atemorice y amenace, deplorando actos horribles contra bienes y personas, a tenor de otros actos como la quema de la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica, deplorando la situación y exhortando a rebelarse con los brazos abiertos como armas y el diálogo abierto como estandarte.

Haití no puede venderse a la especulación y al dominio del egoismo ni a las influencias del salvaje capital externo

La mano de obra haitiana es fuerte, especializada no únicamente en dar forma a la construcción, también a los empleos de perfeccionamiento en la albañilería, fontanería, electricidad. De hecho el haitiano ha demostrado ser el más capacitado y numeroso para levantar los grandes edificios en República Dominicana, recolectando en Chile sus frutos, mientras los jóvenes esperan una oportunidad para emigrar y no conformarse con vender por las calles maní, aguacates y guineos. Haití debe recuperar la ilusión de sus más fervientes defensores por reconstruir su propia imagen con orgullo y perseverancia no importando desde que país lo hagan, y siempre con la idea de un regreso para contribuir a las mejoras de una economía dormida y menospreciada que no debe admitir por un segundo más la inseguridad de los hechos que se producen a diario.

Haití no puede convertirse en un nido de buitres carroñeros, ni el bastión inexpugnable de la piratería indomable del siglo XXI.

Haití tiene muchas carencias, principalmente en sanidad, educación y formación, ejes imprescindibles para levantar un proyecto común y sin los obstáculos de aprovechados personajes por todos conocidos a los que habrá que pasar la factura de su remisión llegado el momento, pues el cáncer de la presunción de lesa maldad debe ser comprobado, probado para extirparlo con las modificaciones y condenas pertinentes que la Ley permita.

Ningún haitiano debe estar fuera de la Ley y la responsabilidad es tanto un derecho como un deber, tal se recuerda en el memorial de la Liga Haitiana Internacional,y como sigue diciendo el Doctor Marc-aurel Bonne année, candidato postulado a convocar una mesa de diálogo con aspiración a desarrollar entre todos una dinámica regenerada y consensuada entre los diferentes grupos políticos y asociaciones, concluyendo en su manifestación crítica que el mundo crece y se nutre de la memoria para seguir girando y progresando.. y lo peor que podría ocurrir es qué a Haití.. nadie recuerde que todavía existe. Y eso no puede ocurrir, por la sencilla razón que Haití trabaja, vive y vivirá saliendo de ese círculo vicioso de la miseria inducida por la perversidad humana y los desastres naturales que se han cebado ocasionando un permanente duelo.

Haití no es un país pobre, tampoco un área de experimentación que no puede convertirse en un campo de concentración con la consiguiente exclusión de quienes gritan comprensión y ayuda. Haití puede convertirse en un paraíso bajo el sol de su clima, su mar repleto de riqueza pesquera, mucha más que la capturada por países del sudeste asiático, minas, agricultura y una ganadería limitada por las circunstancias adversas. Haití no es una prueba de ensayo sociológico, es el futuro y pertenece y reclama su derecho a sobrevivir con dignidad, por ello Haití existe, vive y vivirá.


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