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Soy la voz que clamó en el repleto desierto.
Soy el eco que golpea tus silencios, el sonido lejano que me traerán tus pensamientos.
Soy la luz que te fulmina en las dunas de tus dudas, en los amaneceres solitarios e inciertos, cuando la soledad aparece y el miedo te embrutece el alma, y se apodera de ti la sed, por no aprovechar el oasis que llevas dentro.
Soy la gota de agua, siempre transparente, que calmará tu sed de fuego y la timidez bravuconada que intentará aparentar lo que no eres, lo que nunca fuiste y serás, en el oasis de los recuerdos que rechazas.
Soy, sencillamente no soy nada, pero impediré que las sombras de la noche griten por la mañana, dejando seca mi garganta para no volver a saciarme de los felices y tristes momentos, en este atardecer que invita a la madrugada a seguir sacudiendo el saco de juguetes rotos que contiene mis sueños.
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